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2 0 4 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA po, el P. Villalpando, que desde 1767 venía enseñando filosofía a los coristas de la provincia, fue preparando un curso completo de esta ciencia. En febrero de 1777 renunció a la cátedra para dedicarse de lleno a revisar su obra y darla a la imprenta. La presentó luego a la aprobación del Consejo, manifestando al mismo que había sido elegido por los superiores de la provincia de Castilla para componer «un curso arreglado de filosofía y teología en que se instruyesen los jóvenes capu­ chinos», tarea que asimismo le había encomendado el P. General, Erardo de Radkesburg, al hacer la visita en 1776. Dicho curso se dirigía a reformar «los abusos que en el método de autores y de estu­ dios había en esta provincia» (32). En 1777 se imprimía ya el primer tomo; al siguiente año se publi­ caron los otros dos, mas un cuarto de matemáticas. Pero antes de dar a la imprenta el tercer tomo, el Provincial de Castilla, P. Inocencio de Matute, pidió al Consejo de Castilla se dignase aceptar la dedica­ toria del mismo. El Consejo aceptó después de tomar los oportunos informes, y, efectivamente, el tercer tomo aparece dedicado al Consejo por el propio autor. Fallecido el P. Matute el 30 de diciembre de 1778, el sucesor como Vicario provincial, P. Juan de Villardondiego, no satis­ fecho con lo hecho, pidió además (22 de febrero de 1779) que dicha obra fuese declarada por el Consejo texto en los estudios del reino «para que los profesores y discípulos se acomoden a él». Tras de varios informes previos, el Consejo de Castilla remitía un decreto (16 de noviembre de 1779) a los superiores de las provincias capuchinas de España a fin de que en los colegios de filosofía se enseñase ésta por el texto del P. Villalpando. Diez días más tarde (26 de noviembre) ordenaba lo propio a las Universidades donde no se estudiase por las instituciones filosóficas del P. Francisco Jacquier y la física por Mus- shenbroeck, dejando asimismo en libertad para estudiar por dichos auto­ res o por el P. Villalpando (33). Cosa singular: mientras las otras provincias contestaban al Con­ sejo aceptando sus disposiciones y prometiendo comenzar en el siguiente curso la enseñanza de la filosofía por el texto del P. Villalpando, sólo la de Castilla se mostró reacia. Era ya entonces Provincial el P. Bustillo, quien no debía tener grandes simpatías hacia su paisano el P. Villal­ pando. Se contentó con responder al Consejo (20 de diciembre) que antes de poner ese texto tenía que ser examinado por sujetos compe­ tentes de dentro y fuera de la Orden. A tal objeto, en la reunión defi- nitorial del 22 del mismo mes, fueron designados seis Padres graduados (32) VA, 499-500. Remitimos de nuevo al lector a las fuentes citadas en nuestro trabajo sobre la obra del P. Villalpando. (33) Por lo que mira a las Universidades, pocas se decidieron a estudiar por el curso del P. Villalpando; en realidad de verdad podían hacerlo o no. Hubo algunas que desde el primer momento se comprometieron a seguir las indicaciones del Consejo, pero la mayoría contestó vagamente: que nombrarían comisionados que la examinasen con detención, etc.

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