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2 LA PROVINCIA DE FF . MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA Francia y España, y en contra, Austria, Inglaterra y Holanda, a las que se uniría más tarde Portugal y también Saboya. La contienda no terminaría prácticamente hasta bien adelantado el año 1714. Muy bien puede decirse que constituyó para los españoles una verdadera guerra civil, y que, en general, durante los primeros años Cataluña, Aragón y Valencia se declararon a favor del archiduque Carlos, mientras que el resto de las provincias españolas siguió al de Borbón. No hay para qué recordar que las batallas se sucedieron con notables alternativas. Las tropas del archiduque llegaron incluso a ocupar Madrid, donde aquél fue proclamado rey a mediados de 1706, viéndose obligado entonces Felipe a retirarse a Burgos. Pero, como había sucedido en Cádiz al desembarcar allí las tropas inglesas y holandesas, también en otras partes los soldados del archiduque se concitaron el odio de la gente por los excesos cometidos en iglesias y conventos ( 1 ). No podemos bajar a muchos pormenores; nuestro intento ahora es sólo hacer mención de algunos sucesos de mayor relieve. Fue, entre otros, la batalla de Almansa (1707), que pareció decisiva para la causa de Felipe, quien consiguió apoderarse incluso de Valencia, pero la derrota sufrida luego en Malplaquet (1709) hizo que las tropas del archiduque entraran de nuevo en Madrid, después de derrotar una vez más a las del nieto de Luis X I V en Almenara y Zaragoza. No obstante tales contratiempos, Felipe V se rehace y logra a su favor las dos célebres batallas de Brihuega y Villaviciosa, que le aseguran finalmente la corona de España. Por otra parte, muerto el emperador de Austria José I, le sucedió su hermano el archiduque Carlos. Inglaterra aprovechó esa coyuntura para no seguir en la lucha. Comenzaron entonces las negociaciones, y por fin se firmaron diversos tratados en Utrecht (1713) entre España, Bretaña, Holanda, Portugal y Saboya. Entonces se cedió a Inglaterra, entre otras cosas, el peñón de Gibraltar. Quedó Austria sola, empeñada en continuar defendiendo sus preten­ didos derechos al trono español, hasta que, tras no pocos descalabros, se avino a entrar en negociaciones, y por el tratado de Badén (1714) se ajustó la paz. Con ello se dio por terminada internacionalmente aquella guerra. Por lo que respecta a los propios españoles, todavía continuaron resistiendo algunos partidarios del archiduque, catalanes en su mayoría, engolosinados con las promesas hechas por Inglaterra de defender sus fueros; al fin se rindieron a Felipe V el 11 de septiembre de 1714. De ese modo terminó también en el patrio suelo aquella lucha fratricida, y el primero de los Borbones comenzó a disfrutar en paz los laureles de la contienda en quieta posesión del trono español. (1) Vicente de la Fuente, Historia eclesiástica de España, VI, Ma­ drid 1875, 10-12.

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