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FLORECIMIENTO LITERARIO Y APOSTÓLICO 195 sias de Madrid. El P. Provincial tomaba a su cargo el señalar los misio­ neros que fueron siempre de renombre (25). Entre esos predicadores y misioneros de la corte, que lo fueron asimismo de numerosos pueblos de Madrid y Toledo, encontramos a los PP. Fidel de Tortuera, Fran­ cisco de Polán, Basilio de Yébenes, Agustín de Toledo, Clemente de Saldaña, Mariano de Móstoles, Fidel de Zigales, etc. Y no eran sólo los de Toro y otros residentes en los conventos de Toledo, Madrid y la Mancha los que cosechaban abundantes frutos espirituales. No debemos olvidar que los conventos de Valladolid y Salamanca, principalmente, fueron centros activos de apostolado misio­ nal, como lo hemos dejado ya consignado en capítulos anteriores. Y por lo que hace a Salamanca, el propio obispo diocesano hacía constar, en 1766, que con ser 35 religiosos en el convento, vivían suficiente­ mente de las lismosnas y de la predicación sobre todo en cuaresma (26). Ya hemos citado el nombre de un famoso misionero que se distinguió por su fervorosa predicación en la diócesis salmantina, el P. Fidel del Valle. Pero con él había otros varios que, no contentos con ejercer allí su apostolado, extendían a otras provincias el radio de su actividad. Así, podemos citar a los PP. Joaquín de Lubián y Jerónimo de Cifuen- tes, pertenecientes al convento de Salamanca, que en 1774, llamados expresamente por el arzobispo de Santiago, dieron misiones en la ciu­ dad y en otros pueblos circunvecinos, recogiendo frutos muy seña­ lados, como lo especifica el señor arzobispo en una Exhortación pas­ toral, que dirigió posteriormente a sus diocesanos, diciendo «que por la especial gracia con que ha ayudado Dios a tan santa obra, ha habido mucho concurso de pueblo en la iglesia y demás partes donde se ha predicado, enmienda de vida y reconciliación de enemigos, confesiones reiteradas y comuniones frecuentes; por lo que los Padres misioneros dan por muy bien empleado su trabajo y yo estoy lleno de gusto» (27). Creo baste lo expuesto para que el lector se dé cuenta de la actividad apostólica, numerosa e intensa, desarrollada en estos años por los religiosos de Castilla; no queremos citar ni más hechos ni más nombres. Muy pronto, en otros capítulos, volveremos sobre lo mismo y se comprobará cómo esa predicación, sobre todo de misiones popu­ lares, fue adquiriendo una amplitud extraordinaria. 4. A eso contribuyeron poderosametne los misioneros de Toro, bien preparados, bien formados científica y espiritualmente y dando a todos continuos y raros ejemplos de virtud. Ellos fueron además (25) VA , 478, marzo de 1772. (26) Carta del obispo de Salamanca al Nuncio, 14 junio 1766 (Archivo Vati­ cano, Nunziatura di Madrid, v. 125, ff. 109-110). (27) Exhortación pastoral. A mis amadas ovejas de mi ciudad y arzobispado de Santiago con motivo de la Santa Misión que se acaba de hacer (s. 1. s. a.); im­ preso, 24 pp. (AHN, Consejos, leg. 5535, n. 44). Hemos visto otros ejemplaresen la B. de la R. Acad. de la Historia, 9/3425, p. 405, y 9/3443, p. 625; en ellos,de letra inconfundible del P. Ajofrín, se dice: «Los Misioneros de quienes habla esta Pastoral se llaman Fr. Joaquín de Lubián y Fr. Jerónimo de Cifuentes.»

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