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FLORECIMIENTO LITERARIO Y APOSTÓLICO 193 predican con gran frecuencia: a veces dos o tres sermones en un día, saliendo por más de sesenta en la cuaresma y a proporción en el resto del año» (19). Y sobre esto mismo, concretándolo más a los que formaban parte de la comunidad de Toro, escribía el P. Guardián, Inocencio de Matute, al obispo de León en 1774 de sus religiosos que, además de las misiones formales que todos los años hacían, era costumbre de aquel Colegio de Misioneros salir de dos en dos sus individuos a predicar por todos los lugares de la guardianía en tiempo de cuaresma y desde Reyes a cua­ resma, deteniéndose uno, dos, tres o más días a predicar sermones mora­ les y doctrinas prácticas y al mismo tiempo confesar a los fieles (20). Si fuéramos ahora a citar nombres, forzoso sería repetir los ya mencionados en este mismo capítulo, y también los que luego nombra­ remos como misioneros, puesto que su predicación, como sucede, por ejemplo, con el P. Santander, no se limitaba exclusivamente a la de misiones. Sin embargo queremos destacar de modo particular aquí y en estos años al P. Francisco de Villalpando, al P. Benito de Cárdenas, al P. Juan de Zamora, al P. Isidoro de Fermoselle, PP. Joaquín de Por­ tillo y Joaquín de Ajofrín y, por fin, el P. José de Caudete, a quien en 1776 se le concedió el título de Predicador del rey. 3. Estos mismos religiosos desplegaron su actividad apostólica tam­ bién en la predicación de misiones. Desde luego hacemos constar que, aparte de ellos, el número de misioneros en estos años fue verdadera­ mente extraordiario. Sólo a juzgar por las licencias expedidas por el Car­ denal Arzobispo de Toledo en el término de diez años, se cuentan bastan­ tes más de treinta los religiosos a quienes se concedieron, por uno o varios años, para predicar misiones en toda aquella dilatadísima diócesis, y que pertenecían a los conventos de Madrid, El Pardo, Toledo, Naval- moral, Cubas, Tarancón, Alcalá y Villarrubia de los Ojos, sin contar los que eran del Seminario de Toro, que fueron otros tantos o más. Por desgracia, y no contando con documentos fehacientes, no es posible adu­ cir datos concretos de otros conventos. Por otra parte no queremos hacernos ni pesados ni prolijos; por eso escogemos algunas cifras que resultan elocuentes. En relación, por ejemplo, con los misioneros de Toro, es digno de constatar que en los años 1769 y 1770, y sólo en la diócesis de Toledo, estaban aquéllos comprometidos a predicar misiones en más de cien pueblos, cuyas listas se han conservado. Y particularmente en cinco de ellos las dieron los Padres Basilio de Alba y Joaquín de Ajofrín, el año 1769, durando algu­ nas 19 días (21). Además, los PP. Isidoro de Fermoselle y Eugenio de (19) I. de Fermoselle, Respuesta al papel que contra el establecimiento de la exacta vida común hecho por el R. P. Fr. Juan de Zamora... escribió el R. P. Joaquín de Soria, ms., n. 54, nota (APC, 33/84). (20) Carta del P. Matute, Toro, 13 diciembre 1774 (APC, 28/133). (21) Archivo Arzobispal de Toledo, leg. 262, donde se encuentran interesantes documentos sobre la predicación de misiones en dicho Arzobispado. 13

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