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170 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA El P. Juan de Zamora fue nombrado Guardián de El Pardo en el Capítulo de octubre de 1774. Tan pronto como tomó posesión se dio cuenta de que en la comunidad había deficiencias en la observancia regu­ lar y sobre todo respecto de la pobreza. Tomó entonces la decisión de restablecer en aquel convento la perfecta vida común, y para llevar a cabo su intento, procuró ganarse la voluntad de sus súbditos; consiguió también el permiso del P. Provincial y luego propuso a los religiosos de la comunidad el proyecto, que fue aceptado por todos a excepción de uno que pidió salir de allí (27). El P. Zamora, fundador efectivo del Seminario de Misioneros de Toro, quiso establecer también en El Pardo las mismas normas que estaban vigentes en aquél en orden a la obser­ vancia y particularmente a la pobreza (28). A poco de implantar el P. Zamora la perfecta vida común en El Pardo comenzaron sus émulos a hablar y escribir en contra; hubo a su vez sus más y sus menos de parte de algún Definidor y del P. Vicario provincial, Fidel de Alcabón, y se entablaron diversos recursos al rey y a los superiores de la Orden. Todo terminó con la visita del P. General Erardo de Radkesburg en 1776, quien dio nuevas ordenaciones o aprobó las ya existentes, que posteriormente fueron confirmadas por breve ponti­ ficio, según expondremos en el siguiente capítulo. Así las cosas y revuelta la provincia por los sucesos enunciados, otra extraña prueba vino a aumentar los disgustos y disensiones ya exis­ tentes. El P. Provincial, Fidel de Santurce, hacía su entrada en Madrid el 2 de septiembre de 1775, a su regreso del Capítulo general, en el que fue elegido superior de toda la Orden el P. Erardo de Radkesburg (29). Al encontrarse con tan lamentable panorama, él, que padecía de escrú­ pulos, cayó enfermo, y, a causa de la debilidad de cabeza, ni podía hacer sus rezos ni decir misa; incluso, como manifestó el Nuncio, llegó a dar pruebas de demencia, imposibilitándose para continuar en el cargo (30). Ante eso los PP. Definidores, asesorados por médicos, declararon al P. Santurce inhábil para seguir gobernando la provincia, retirándose a fines de enero de 1776 a Bilbao para someterse a cura (31). Por tanto, debía quedar de Vicario provincial el primer Definidor, P. Isidoro de Fermoselle, partidario decidido del Seminario de Toro y del estableci­ miento de la vida común en El Pardo. Pero, ya antes de esa determinación de los Definidores, el P. Santurce había acudido al P. General (2 de diciembre de 1775) renunciando al cargo y pidiendo autorización para (27) Una vez más nos valemos de las noticias que sobre esto nos da el P. Za­ mora en su interesante manuscrito Manifiesto historial y apologético, del que nos hemos valido también para la historia del Seminario de Misioneros de Toro. (28) Por tratarse de un acontecimiento importante le dedicaremos el capítulo que sigue a éste. (29) VA, 496. (30) Carta de don Manuel de Roda al embajador en Roma, 1 marzo 1776 (Archivo Embajada de España ante la S. S., leg. 225, f. 15), y carta del Nuncio, 10 septiembre 1776 (Archivo Vaticano, Nunziatura di Spagna, v. 270, f. 331). (31) VA, 501.

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