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HECHOS SALIENTES EN LOS AÑOS 1771 A 1776 165 utilidad de la impresión bilingüe y asimismo de la reimpresión de las obras según la edición de 1599. La Academia se hizo solidaria del pare­ cer de uno de sus miembros, a quien la dio a examinar y emitió este dictamen (12 de junio de 1772): «Que ni en todo ni en parte es conve­ niente traducir en castellano las obras de San Isidoro, y que tampoco es imprimirlas en su original latino en los términos que lo solicitaba don Bartolomé Ulloa.» No paró ahí todo. Ulloa, persuadido de que el Consejo no había rechazado de plano el proyecto de reimprimir la edición regia de 1599 y convencido de que disponía de colaboradores capacitados para satis­ facer las exigencias críticas de los académicos de la Lengua, reiteró su petición de reimprimirla en marzo de 1773, gracia que se le concedió el 1 de abril del mismo año. Los colaboradores de Ulloa emprendieron su trabajo prontamente, y pusieron en ello tan gran interés y tan a mar­ chas forzadas, que en 1778 se imprimían, una vez más, las obras com­ pletas de San Isidoro en dos espléndidos volúmenes (9). ¿Quiénes fueron los colaboradores de Ulloa en esa empresa? No podemos asegurarlo con certeza; no obstante se presume muy razonable­ mente hayan sido los mismos capuchinos del convento de San Antonio del Prado de quienes se conjetura partió la idea, primero, de la traduc­ ción y, luego, de la reimpresión. Por otra parte, es justo hacer constar que si la edición, espléndida materialmetne considerada, no llena por completo las exigencias de la crítica, tanto Ulloa como sus colaboradores se hicieron acreedores a la gratitud de los admiradores de San Isido­ ro (10). Ni podemos aun menos concretar los nombres de esos colabora­ dores. Sabemos que entonces residían en el convento del Prado el Padre Provincial, Agustín de Toledo, Calificador de la Suprema Inquisición, al igual que el P. Fidel de Alcabón; también el P. Francisco de Ajofrín, que ya había regresado de Méjico y se encontraba en plena producción literaria; el P. Francisco de Los Arcos, que en esos años presentó al Consejo de Castilla varias obras para su impresión; asimismo, por no citar sino algunos, formaban parte de la comunidad de San Antonio los PP. Fidel de Tortuera, Fidel de Santurce y Fidel de Los Arcos, Defi­ nidores, y que habían desempeñado el cargo de Lector de teología. Por lo demás, el P. Agustín de Toledo fue sumamente dinámico, expe­ ditivo y emprendedor. Ya anteriormente, después que el P. Colindres destinó el convento de La Paciencia para Seminario de nuevos, la Defi­ nición había determinado (6 de mayo de 1765) estuviese siempre abierto «para que en todo se guardase la voluntad y mente de nuestro Reveren- (9) Lleva esta portada: Divi Isidori Hispalensis episcopi opera Philippi se- cundi Catholici Regis ¡ussu e vetustis exemplaribus emendata nunc denuo diligen­ tissime correcta atque aliquibus opusculis appendicis loco aucta, Madrid, Typis et expensis Bartholomaei Ulloa, I-II, MDCLXXVIII. (10) Toda la documentación relativa a esta cuestión se encuentra en el AHN, Consejos, leg. 5533, n. 13, y ha sido recogida por el P. M. de Pobladura en su estudio: Vicisitudes de una proyectada versión castellana de las obras comple­ tas de S. Isidoro de Sevilla (1772), en Salmanticensis, 8 (1961), 135-157.

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