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160 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA Toro salieron ilustres predicadores y fervorosos misioneros que con sus escritos, su influencia, sus sermones, modelos en forma y fondo, lleva­ ron a cabo la reforma de la oratoria sagrada, como fueron el mismo Padre Santander, los PP. Juan de Zamora, Antonio de Hoz, Eugenio de Sieteiglesias, José de La Mota, Isidoro de Fermoselle, que más tarde organizaría el Colegio de Misioneros de La Habana, Joaquín de Portillo, Joaquín de Ajofrín, Basilio de Alba, Carlos de Tarancón, etc., por no citar sino algunos de los que allí residieron y se formaron. La voz autorizada de estos misioneros de Toro se dejó oír en mu­ chas catedrales, colegiatas e iglesias de villas y ciudades; su sandalia recorrió misionando incontables pueblos de ambas Castillas, León, Ga­ licia, Asturias, Extremadura y Andalucía, y tanto crédito adquirieron con su predicación y vida ejemplar ante los señores obispos, que éstos concedían licencias ministeriales, incluso para predicar y confesar a religiosas, a cuantos presentaba el superior de dicho Seminario, con sólo saber pertenecían a él (37). Justamente al año de establecerse, uno de sus fundadores, el Padre Eugenio de Sieteiglesias, amigo del Nuncio, le escribía desde Toro, comunicándole residía allí dedicado al ejercicio de las misiones, aña­ diendo que este apostolado, tal como estaba constituido, era grande­ mente provechoso a la salvación de las almas, como se había experi­ mentado ya en el poco tiempo que llevaba de existencia (38). Casi veinte años después, en marzo de 1785, podía testificar a su vez el P. Santander que le tenían pedidas misiones cinco obispos: los de León, Oviedo, Santander, Mondoñedo y Málaga, y agrega que si eso pasaba con él siendo el más ruin de la familia y despreciable de la casa, «qué les sucederá a los PP. Mota, Alba, Tarancón y otros pre­ ciosos operarios del buen padre de familias. Baste decir — agrega— que el P. Alba ha tenido que volverse enfermo a casa por las grandes fatigas de su misión al obispado de Astorga; Tarancón llegó conmigo ayer de los ejercicios de Zamora, después de todo un invierno de conti­ nua predicación, y Mota saldrá en mi compañía prontamente para El Ferrol y otras partes» (39). No podemos finalizar sin advertir que nunca faltaron religiosos que, llenos de fervor y amantes de la observancia regular y de la pobreza, y por otra parte deseosos de ejercer ejemplarmente el aposto­ lado por medio de la predicación de misiones populares, pidieron con insistencia a los superiores formar parte de este Seminario de Toro. Con gran satisfacción hay que afirmar que si el P. Colindres exigía hubiese en aquel convento 12 Padres al menos de familia, siempre o (37) Se conservan las listas de cuantos componían aquella comunidad a los que se concedieron licencias ministeriales por bastantes obispos (APC, 28/75, 84, 89, 90, 91, 92, 135); son de los años 1774 a 1797. (38) Carta del P. Sieteiglesia al Nuncio, Toro, 1 noviembre 1766 (Archivo Vaticano, Nunziatura di Madrid, vol. 121, f. 256). (39) Carta del P. Santander a un religioso de América, 18 marzo 1785 (Cartas familiares, Madrid 1805, 192).

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