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EL SEMINARIO DE MISIONEROS DEL CONVENTO DE TORO 149 y Congregaciones, comenzó a notarse, aun antes de mediado el si­ glo xviii , notable disminución del espíritu religioso, así como marcada relajación de la disciplina regular. Uno de los medios excogitados para sostener ambas cosas fueron los mencionados conventos de retiro, con estatutos propios, los que deberían ser focos y centros de irradiación de más pura observancia y disciplina más rígida para el resto de la provincia. Veremos luego cómo el P. Colindres pensaba también en esto al tratar de establecer el Semnario de Toro (5). Después de dos años de generalato y de haber hecho la visita a los conventos de Italia, el P. Colindres se embarcaba en Génova, en mayo de 1763, rumbo a España; llegaba a Madrid en julio. Aquí se encontró con el P. Juan de Zamora, que acababa entonces el septenio de Lector en el convento de San Antonio. A través de varias conversaciones confidenciales le expuso el P. Zamora su deseo de dedicarse de lleno a la predicación de misiones; le manifestó además su descontento por algunas acomodaciones o, por mejor decir, relajaciones en orden a la vida común, la pobreza y observancia regular; renunció a toda elección y pidió permiso para retirarse con un compañero a un convento de su libre elección y allí vivir en todo ajustados a los compromisos religiosos y consagrados de lleno a la predicación de misiones ( 6 ). Al P. Colindres no pudieron por menos de agradar tan elevados ideales que coincidían con los suyos; pero, con la experiencia adqui­ rida en Italia, aconsejó al P. Zamora mucha prudencia y dar a las cosas otro sesgo para no suscitar recelos ni contradicciones. El camino a seguir era fundar un convento de estricta observancia con religiosos decididos a llevar perfecta vida común, pero bajo la apariencia de un Seminario de Misioneros. Era una nueva experiencia que el P. Colin­ dres quería ensayar en las provincias españolas: establecer Seminarios de Misioneros cuya finalidad principal fuese, como él mismo dirá y repetirá, vivir según la más perfecta vida común y rigurosa observancia (5) Con estos conventos de retiro «no se trataba de implantar una reforma ni dentro ni fuera de la Orden, sino únicamente de establecer comunidades reli­ giosas en cada provincia a las que pudieran agregarse con toda libertad quienes desearan observar con la mayor exactitud posible la Regla, las Constituciones de la Orden Capuchina y las laudables costumbres de la provincia respectiva. El convento ideal de Retiro sería aquel en que, observada literalmente la Regla según el tenor de las Constituciones, desterrados los abusos y relajaciones, flore­ ciera la antigua observancia, estuviera en el debido honor la práctica de las virtudes religiosas y los frailes pudieran desarrollar las actividades propias de su estado en un ambiente propicio, sin obstáculos positivos para seguir los movi­ mientos e inspiraciones del Espíritu Santo» (M. de P obladura , El establecimiento de los conventos de retiro en la Orden Capuchina [1760-1790], en Collectanea Franciscana, 22 [1952], 60-61). ( 6 ) Seguimos las noticias que nos da el citado P. Zamora en su interesan­ te ms.: Manifiesto historial y apologético, como lo hace también el P. Pobladura en su exhaustivo trabajo: Seminarios de Misioneros y conventos de perfecta vida común. Un episodio del regalismo español (1763-1785), en Collectanea Fr., 32 (1962), 283s.

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