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CAPITULO XV 1. Proyectos anteriores. — 2. Propulsor y fundador del de Toro. — 3. Fi nalidad del mismo, vicisitudes y fundación definitiva. — 4. Contenido de sus estatutos: su aprobación. — 5. Gloriosa historia de este Semi nario. 1. Hemos hecho notar en páginas anteriores cómo, aun antes de fundarse definitivamente en la provincia de Castilla un Seminario de Misioneros, hubo en no pocos religiosos vivos deseos de incrementar el apostolado y la predicación de misiones populares. Es cierto que esta predicación concreta nunca fue ni abandonada ni tenida en menos; los nombres de numerosos y notables misioneros, que en capítulos prece dentes hemos ido citando, lo comprueban suficientemente. Pero tam bién es verdad que en los últimos 20 años se dio, al parecer, preponde rancia excesiva a la predicación de panegíricos, de oraciones fúnebres, etcétera, que, al propio tiempo que fueron ocasión de más lucimiento, llevaron a la oratoria por el extravío del culteranismo, conceptismo y gerundianismo. Hemos advertido igualmente cómo los superiores de Castilla se esforzaron por corregir tales defectos; las ordenaciones capi tulares lo ponen bien de manifiesto, y en ellas constan las medidas tomadas con insistencia en ese particular, entre otras, que en toda predicación de tal género debía haber siempre una parte instructiva, es decir, desarrollarse un punto doctrinal ( 1 ). Tales medidas iban encaminadas a librar a los predicadores de los defectos apuntados, y, para lograrlo con mayor rapidez, debió venir la reacción en contra de tal género de predicación, favoreciendo, en cambio, la de las misiones populares. Y lo que además puede afirmarse es que, al reorganizarse los estudios por decreto de los superiores de la Orden (6 de octubre de 1757), se prescribía el estudio de la Elo cuencia con clases teóricas y prácticas ( 2 ), lo que acató en un todo la provincia por disposición de los propios superiores (Madrid, 22 de febrero de 1758), añadiendo además algunas particularidades (3). E l S eminario de misioneros del convento de T oro (1) Cfr. Apuntaciones y ordenaciones dadas por el P. Fidel de Tortuera, 10 noviembre 1759 (APC, 6/19). (2) Cfr. el decreto de los superiores de la Orden en P obladura , Litterae circu lares, I, 253, n. XV; A. de P alazuelo , Vitalidad Seráfica, 2.a serie, Madrid 1931, 246 s., donde se pone la traducción de ese decreto. (3) P alazuelo , ibid., 267-71, donde se copia el decreto del Definitorio provin cial de Castilla.
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