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INTRODUCCIÓN X III entradas y salidas, y también algunos pocos papeles referentes a funda­ ciones u obras pías (16). Ahora bien: es interesante preguntar qué sucedió, al tener lugar la exclaustración, del Archivo provincial y aun de los otros archivos con­ ventuales. No puede uno calcular ni menos imaginarse el destino que hayan podido tener y cómo los religiosos no cuidaron de salvarlos cuando tuvieron tiempo y disponibilidades para hacerlo. Quizá lo efectuaron y lograron salvar aquella riqueza documental que para nosotros hubiera ofrecido gran interés. Pero hay que tener en cuenta que hubo muchos años de por medio entre aquella fecha de la exclaustración y el de la restauración de la Orden. Los religiosos fueron falleciendo, y si, tal vez, llevaron consigo documentos de interés, éstos pudieron ir a parar a manos extrañas de sus familiares para los que no ofrecían importancia alguna, y por tanto es fácil conjeturar los hayan hecho desaparecer poco a poco. Especialmente se pregunta uno cómo no se salvó el contenido del Archivo provincial que se guardaba en el convento de San Antonio del Prado, cuando hubo no sólo posibilidad, sino también facilidad. Y así, miradas las cosas a tanta distancia, parece poco comprensible por qué no se logró la salvación y conservación del mencionado Archivo, cuando pudo ser trasladado sin gran dificultad ni compromiso al palacio del duque de Medinaceli, que estaba pared por medio con el convento de San Antonio. Parece natural que así se hubiera hecho, sobre todo tenien­ do en cuenta que el entonces (1836) Provincial de Castilla, P. Lino de Cantalapiedra, se trasladó al expresado inmueble ducal, al ocurrir la exclaustración, y allí continuó viviendo varios años, tal vez hasta finalizar su vida el 28 de febrero de 1856. En la esperanza de que así hubiera ocurrido, hemos examinado con toda detención los archivos de la casa de Medinaceli e igualmente de la de Lerma, pero hay que hacer constatar que a ninguno de ellos fueron a parar los documentos, papeles y manuscritos que constituyeron el rico fondo del Archivo pro­ vincial de los Capuchinos de Castilla. F u e n t e s De lo expuesto deducirá el lector que no son muchas las fuentes directas de que he podido disponer para la composición de mi obra. Entre ellas debo contar las dos más importantes: Viridario auténtico y (16) En general los manuscritos, documentos y papeles fueron a parar a las diversas Delegaciones provinciales de Hacienda, que debieron seleccionar los que les interesaban, es decir, los relacionados con la parte económica. Gran número de esos papeles fueron más tarde remitidos al Archivo Histórico Nacional y los salva­ dos se conservan en la sección del Clero. Concretamente de la Provincia sólo hay algunos de los conventos de Alcalá de Henares, Calzada de Calatrava, ]adraque, Rueda y Segovia.

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