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moria fue exaltada por elocuentes oradores. La provincia de Castilla le dedicó un funeral solemnísimo en la iglesia de San Antonio del Prado; la oración sagrada fue pronunciada por el P. José de Sangüesa, Predicador de número de S. M.. la que imprimió luego y se dedicó al Colegio Mayor de Santa Cruz de Valladolid, en el que el P. Colindres había iniciado sus estudios ( 8 ). Muerto el P. Colindres, el P. Provincial, Fidel de Los Arcos, dio a entender públicamente las pocas simpatías que sentía por el Semina­ rio de Toro, y su proceder demostró el ánimo decidido a terminar con él. En contra de las ordenaciones por que se regía, comenzó a enviar obediencias a varios religiosos de los que allí moraban, sin guardar los debidos trámites. El P. Juan de Zamora, Guardián del mismo y su efectivo fundador, viendo el sesgo que tomaban las cosas, acudió sin pérdida de tiempo al Definitorio general, pidiendo se cum­ pliese lo dispuesto y que nada se innovase hasta el próximo Capítulo de la Orden, lo que los superiores de la misma determinaron así (18 de diciembre de 1766). Pero ya antes había logrado otro decreto del rey (10 de noviembre de 1766), por el que se mandaba al P. Provincial respetase en un todo lo dispuesto por el P. Colindres hasta que el Defi­ nitorio general aprobase las ordenaciones dadas por aquél (9). Esa determinación del rey intimidó no poco al P. Los Arcos. Al asistir al Capítulo general en 1768, no obstante que se temía hablasen los otros vocales de España en contra de los Seminarios de misiones, el provincial de Castilla no abrió su boca (10). Hay que reconocer que todo eso produjo en la provincia un am­ biente de disgusto y malestar, que por desgracia iría aumentando y que el P. Isidoro de Fermoselle refleja patentemente en la exposición que más tarde presentará al rey, cuyo contenido resumiremos luego. Sin adelantar acontecimientos, diremos que el 24 de abril de 1767 se tuvo la Congregación intermedia, en la que se dieron nuevas orde­ naciones (11). En las más importantes se exhortaba a los predicadores 140 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA ( 8 ) El título del sermón impreso era: Parentación luctuosa, que en las honras, que el día diez de noviembre de 1766, consagró la Provincia de Castilla, de Me­ nores Capuchinos, en su convento de San Antonio del Prado, a la feliz, y piadosa memoria del Rmo. P. Fr. Pablo de Colindres, dignísimo General de toda la Orden de Menores Capuchinos, dixo el M. R. P. Fr. fosef de Sangüesa., Madrid, 1767. Conocemos también la Oración fúnebre, Sevilla, 1766, pronunciada por el P. Casimiro Fernando de Sevilla en las exequias que le dedicó la provincia de Andalucía el 8 de agosto del citado año en el convento de Sevilla. (9) Cfr. Manifiesto historial y apologético, del P. luán de Zamora, ms., fo­ lios 21v.-22, documentos nn. 15 y 16. No nos explicamos esta conducta del P. Fidel de Los Arcos. Posteriormente debió cambiar de parecer, por cuanto, siendo Visita­ dor general de la provincia de Aragón en 1774, aprobó los estatutos formados para el Seminario de Misioneros de Borja (Exposición del arzobispo de Serges al rey, Aranjuez, 8 junio 1795, AGS, Gracia y Justicia, 644). (10) Carta del P. Gregorio de Zaragoza, Secretario general, al P. Zamora, Roma, 23 octubre 1766 (ibíd., f. 23v y 66 , documento 29). (11) Apuntamientos y ordenaciones hechas y mandadas publicar por nuestro M. R. P. Provincial y RR. PP. Definidores en la Congregación celebrada en este

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