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138 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA por el estudio obligatorio y sistemático de la Retórica y Elocuencia sagradas. Aparte de eso contribuyó poderosamente a la mejor formación espiritual de los religiosos el nuevo Ceremonial, que más bien llamaría mos Manual, que reguló las actividades, la observancia, la vida de las comunidades, imbuyendo a los individuos en un espíritu de más estricta regularidad. No será fuera de propósito advertir que dicho Ceremonial se compuso a base de las ordenaciones y disposiciones del Padre Colindres, cuya autoridad se cita con harta frecuencia. La mayor parte de esas ordenaciones iban encaminadas a conservar o restablecer la observancia regular al par que la pobreza. Justamente sufrieron menoscabo al aumentar el número de religiosos, y eso no sólo entre los Capuchinos, sino también en los demás Institutos regu lares, lo mismo en España que fuera de ella. De ahí el empeño del Padre Colindres en valerse de todos los medios, entre ellos el de esta blecer los Seminarios de Misioneros, para hacer que la pura observancia regular y la pobreza franciscana siguieran en pleno vigor. No sucediera lo que a otros muchos Institutos, cuyos miembros, con varios fútiles pretextos, andaban vagando fuera de los conventos, a los que ya el Nuncio llamó la atención en 1750 para que se recogiesen al claustro. De esos mismos informaban muy desfavorablemente los obispos espa ñoles los años 1764 y 1765, pidiendo incluso al Nuncio se redujese el número de religiosos, que juzgaban excesivo; de eso se seguía que, no pudiendo vivir económicamente, muchos superiores permitían a sus súbditos vivir fuera de los conventos para librarse de tal carga; así no sólo sufría menoscabo la observancia regular, sino la pobreza; se acostumbraban a tener peculio y su vida ni era arreglada ni ejem plar (3). Podemos afirmar que nada de eso sucedía entre los Capuchi nos, pero el P. Colindres quería prevenir con tiempo las cosas. Adelantado este breve y general informe, seguimos la relación cro nológica de los acontecimientos. Al P. Manuel de La Calzada sucedió el P. Fidel de Los Arcos, ele gido Provincial en el Capítulo del 11 de octubre de 1765. Era natural de la villa de Los Arcos, de donde fueron oriundos otros varios capu chinos castellanos. Ingresó en la Orden en 1728, recibiendo el presbi terado en diciembre de 1735. Los cargos por él desempeñados fueron: Lector de filosofía y teología (1742-48), Guardián de La Calzada de Calatrava (1751) y de Rueda (1756), Custodio general (1759) y Guardián de La Paciencia (1762) (4). Más tarde, en 1774, sería designado Visi tador de la provincia de Aragón por el P. General; en esa ocasión aprobó los estatutos que se hicieron para el Seminario de Misioneros (3) Son muy interesantes los informes que en estos años, 1764-1765, dieron bastantes obispos españoles en respuesta a lo que el Nuncio había preguntado; merecen especial atención los dados por los obispos de Cuenca, 8 agosto 1764, y el de Sigüenza, 6 abril 1765 (Archivo Vaticano, Nunziatura di Madrid, volúme nes 125 y 154). (4) Necrologio, 299.
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