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X II LA PROVINCIA DE FF . MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA pendencia; más tarde, en los tres años del período constitucional, y sobre todo al tener lugar la exclaustración de 1835-1836. Durante los largos años que perduró la guerra de la Independencia, todos los conventos de la Provincia capuchina de Castilla estuvieron en poder de los invasores, a excepción del de Calzada de Calatrava, y aun éste algún tiempo. Dado por Bonaparte el decreto de expulsión de los religiosos de sus casas, tuvo lugar la incautación de las mismas y de cuanto en ellas había; se hizo el inventario de todo, no muy detallado, por cierto, y seguidamente fueron destinados los inmuebles a aloja miento de tropas u otros menesteres, pero siempre bajo el control del invasor. Puede suponerse el paradero que llevaría cuanto los religiosos tenían a su uso, los libros de la biblioteca, los archivos, etc., aparte de los muchos destrozos causados en los propios inmuebles. No tenemos muchos datos concretos para juzgar de los mismos, pero basta, por ejemplo, saber lo que sucedió en el de La Paciencia para darse una idea de lo que ocurriría en los restantes, aparte de que los de Salamanca y Toledo fueron casi totalmente destruidos por las tropas francesas (15). Todo ello lleva al convencimiento de que entonces debieron desapa recer no pocos libros, documentos y manuscritos, aunque, a decir ver dad, el Archivo provincial, que estaba en el convento de San Antonio del Prado, no es creíble tuviera muchos desperfectos y mermas por cuanto el mencionado convento estuvo casi todo el tiempo, como más tarde se dirá, dedicado a enfermería de religiosos y por tanto éstos pudieron estar a su cuidado e impedir sustracciones y destrucciones. Durante el llamado período constitucional, aun teniendo en cuenta las leyes dadas en contra de los religiosos, no hubo que lamentar incau taciones ni desalojos, aunque sí, al menos, reducción de conventos a meras residencias, si bien siempre hubo en ellas varios religiosos que cuidaron de su conservación y vigilancia. Vino luego la exclaustración de 1835-1836 y con ella la desamorti zación e incautación por parte de la autoridad civil de los muebles e inmuebles: casas, huertas, libros, alhajas, cuadros, etc., es decir, de todo cuanto pudiera tener algún valor, para venderlo más tarde a gentes extrañas que los adquirieron a bajísimo precio. Con los libros debieron ir los manuscritos y documentos, y con éstos, los papeles de los respec tivos archivos conventuales. A la Real Hacienda no le interesaba sino aquella documentación que decía relación a bienes de valor, posesiones o dinero contante y sonante. Por eso justamente, al menos por lo que a los conventos capuchinos se refiere, sólo se reservaron los libros de (15) Hay varios documentos en el APC sobre los muchos destrozos causados tanto en la iglesia como en el convento de La Paciencia, debidos primero a los soldados franceses y luego a los alabarderos españoles, que allí estuvieron alojados al finalizar la guerra de la Independencia. Otro tanto sucedió con los documentos, y quizá haya ocurrido lo mismo con el rico Archivo de Misiones de los Capuchinos españoles, que aquí se había instalado desde 1782. No se conoce el paradero de éste, aunque restos de algunos fondos han ido a parar a la Biblioteca Nacional.
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