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132 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA orientar y dirigir la predicación sagrada por los auténticos derroteros. Les exhortaba a que ejerciesen su ministerio llevados únicamente del elevado deseo y celo de la salvación de las almas, «procurando — di­ ce— con todo sermón, aunque sea de los que se llaman panegíricos, introducir por la mayor parte discursos morales que miren a la en­ mienda de las costumbres, y esto es lo que los seglares esperan siempre oír de un predicador capuchino; así se atiende a la utilidad de los oyentes, al desempeño de empleo tan sagrado y aseguran para con Dios el premio debido a su trabajoso ministerio». Por último, no faltan las amonestaciones a los confesores en el fiel cumplimiento de sus deberes y una vez más se prescribe que todas las semanas se tengan las conferencias de moral o de Regla, a las que debían asistir los sacerdotes y también los coristas. 4. Pero el acontecimiento de mayor importancia durante el trienio del P. Manuel de La Calzada fue la venida del P. Colindres a efectuar la visita a la provincia; consecuencia de ella fueron las ordenaciones entonces dadas, y más tarde, el establecimiento del Seminario de Misio­ neros en el convento de Toro. El día 1 de junio de 1763 llegaba el P. Colindres, a la sazón Gene­ ral de la Orden, al convento de Jadraque, donde fue recibido por los superiores de Castilla. El 6 hacía su entrada en Madrid, siendo salu­ dado por las comunidades de San Antonio del Prado y de La Pacien­ cia; el 8 era admitido a besar la mano del rey y el 10 se cubría de Grande de España de Primera Clase en presencia de Carlos III, siendo su padrino en tan solemne acto el duque de Medinaceli (15). El 18 del citado mes se tuvo reunión de los superiores de la pro­ vincia, y entre los acuerdos tomados, uno fue el establecer curso de moral en el convento de Jadraque y que los Maestros de estudiantes, que acaban, fuesen los Lectores de aquel curso, sucediéndose unos a otros hasta que les toque el turno de leer Filosofía, determinando ade­ más que, desde el momento en que entran a ser Lectores de moral, gozasen las exenciones y privilegios de éstos; el P. General aprobó en un todo tales medidas (16). Este prolongó su estancia en la provincia hasta mediados de octu­ bre. En ese lapso de tiempo hizo la visita a los conventos de Castilla, pero no se llegó personalmente a todos. Al final dio ordenaciones espe­ ciales, como igualmente reiteraría otras al volver de nuevo a Castilla en junio de 1764, una vez efectuada también la visita a las provincias de Andalucía y Valencia (17). Dejamos para luego dar el contenido de tales ordenaciones. (15) VA, 384-87, donde se describe esta ceremonia con toda clase de porme­ nores: P obladura , Los Generales de la Orden Capuchina Grandes de España de Primera Clase, 293, 295. (16) VA, 387. (17) ED, 227; J uan de Z amora , Manifiesto, f. 6 , n. IX. Las ordenaciones dadas en aquella primera visita están fechadas en Madrid, 26 de septiembre

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