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130 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA y formar un reglamento en el que iría consignado cuanto se considerase de utilidad para la práctica de predicar misiones en pueblos y ciuda­ des: temas de los sermones y pláticas, modo de predicarlos para evitar lamentables ridiculeces, duración de la misión, manera de efectuar la entrada en los pueblos y de dar comienzo a ella, sermón del perdón, orden de la Comunión general y la procesión de penitencia, devociones recomendables,. etc. Todo debía constar en un libro cuyo contenido sería sometido a la aprobación del Definitorio. Finalmente, se desig­ naba como Patrona del Colegio a la Divina Pastora de las almas. En cuanto al tercer punto, o sea, el convento donde debía ponerse el Colegio, se señalaban dos: Jadraque y El Pardo; se hacían resaltar las ventajas de éste por ser mayor, tener mejor biblioteca y ser más a propósito para el retiro, pudiendo así dedicarse los misioneros con más quietud al estudio y a sus ministerios (9). Sobre tal proyecto volveremos más adelante al tratar del restable­ cimiento definitivo del citado Colegio de Misioneros, que, por fin, se puso en el convento de Toro. Sólo añadimos que el P. Provincial, Fidel de Tortuera, lo remitió al P. Colindres, quien de momento nada con­ testó; quizá juzgó más prudente esperar a efectuar la visita a la pro­ vincia para tomar una determinación. Sin embargo advertimos de pasada que, como salta bien a la vista, las normas u ordenaciones propuestas para el proyectado Colegio iban sólo encaminadas a la buena preparación de los candidatos para la predicación de misiones; nada se decía en ellas sobre la observancia regular más pura y rigurosa de la Regla y Constituciones, ni tampoco de una más estricta pobreza seráfico-capuchina. Se nos antoja que el P. Colindres, sin excluir la primera finalidad, buscaba tanto y más esta segunda. Tal vez por eso mismo no manifestó entonces su modo de pensar, todo lo cual resultará más evidente cuando en otro capítulo tratemos extensamente del Cole­ gio o Seminario de Toro. De todos modos conste que para fines de 1761 ya no era un secreto para los religiosos la fundación del expresado Colegio o Seminario, cuando ya en el mes de noviembre el P. Eugenio de Sieteiglesias, que sería uno de los fundadores, se adelantaba a comunicárselo al Cardenal de Toledo: «Doy noticia a Su Eminencia cómo se piensa entre los Capu­ chinos poner Seminario de Misiones y discurro que se pondrá en viniendo nuestro Rvdmo. Colindres» (10). Así sucedió en efecto. Finalmente, se hace constar que, durante el provincialato del Padre Tortuera, se dio a la imprenta, en 1761, el Ritual o Ceremonial para uso de la provincia, del que se valieron en adelante los religiosos en muchos actos litúrgicos o simplemente comunes: administración de los (9) lbíd. (10) Carta del P. Sieteiglesias al arzobispo de Toledo, Toledo, 17 noviem­ bre 1761 (Archivo Arzobispal de Toledo, leg. 337). Aquí se encuentran muy inte­ resantes documentos sobre las misiones dadas por los Capuchinos en la diócesis toledana.

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