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120 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA para acordar las últimas resoluciones. Se despachó en esa fecha comi­ sión al P. Cayetano de Salamanca para que tomase posesión del sitio, y el 19 del mismo mes era elegido el P. Antonio de Vitoria presidente del hospicio de Cantalapiedra; asimismo el 11 de junio quedaba cons­ tituida la familia religiosa, que constaba, además del superior, de los Padres Agustín de Cantalapiedra e Ildefonso de Salas, mas el Hermano Fray José de Valladolid y un donado (21). Las cosas corrieron viento próspero en adelante, y para obviar nue­ vas dificultades que pudieran surgir, y en agradecimiento al piadoso obispo salmantino D. José Zorrilla de San Martín, los superiores le ofrecieron (30 de julio de 1760) el patronato de la iglesia y convento, teniendo en cuenta lo mucho que había favorecido la fundación y la limosna de dos mil ducados por él dados para la construcción del convento, distinción que el prelado aceptó muy complacido (22). No perdonaron los religiosos diligencia alguna para comenzar cuanto antes las obras. El 15 de agosto, también de 1760, se puso la primera piedra, ceremonia a la que asistió el obispo auxiliar de Salamanca, así como ambos Cabildos y gran muchedumbre de público. Se dio a la iglesia por titular a San José, sin duda por llamarse así el obispo, patrono de aquella fundación (23). La dirección de toda la obra fue encomendada al Hno. Fr. Antonio de Manzanares, fabriquero de la provincia, quien corrió con ella todo el tiempo. Debía ser el mencionado religioso buen arquitecto y de fama, por cuanto al tener lugar el tristemente conocido terremoto de 1766, en que una de las torres de la catedral nueva de Salamanca se inclinó, fue consultado por el Cabildo, al igual que otros arquitectos de renom­ bre, sobre la resolución que debía tomarse (24). De todos modos, el convento no se terminó hasta bien adelantado el año 1767. No obstante, en junio de 1766 ya vivían en el hospicio diez religiosos y con sobrada holgura llevaban la observancia regular, favorecidos de las limosnas que pedían o les ofrecían los fieles (25). De tal manera que en la Congregación intermedia del 24 de abril (21 ) V A , 371-2. (22) Ofrecimiento de los superiores de Castilla al señor obispo, 30 julio 1760 (APC, 34/30). (23) VA, 374. (24) Archivo de la Catedral de Salamanca, Registro de las Actas Capitulares (1765-1770), f. 172v., Cabildo ordinario del 27 de agosto de 1766. Se hace constar haberse recibido carta del P. Presidente del convnto de Cantalapiedra, diciendo que con mucho gusto enviaba, para reconocer la catedral, a Fr. Antonio de Manza­ nares, «a cuyo cargo corría la dirección de la obra de aquel convento». Fr. Anto­ nio expuso su parecer al Cabildo en tres cartas (3 y 6 de agosto y 11 de septiem­ bre de 1766), manifestando debía demolerse la torre inclinada. Del mismo parecer fueron otros varios arquitectos consultados, entre ellos Ventura Rodríguez; preva­ leció, no obstante, la opinión de Duvctón, arquitecto de la catedral de Córdoba, que era suficiente con que se reforzase valiéndose de un revestimiento exterior, como así se hizo efectivamente (Archivo citado, cajón 44, leg. 2, n. 36). (25) Carta del obispo de Salamanca al Nuncio, 14 junio 1766 (Archivo Vati­ cano, Nunziatura di Madrid, v. 125, f. 190v.).

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