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UN DECENIO DE HISTORIA, 1751-1761 101 en primero de Filosofía, y los estudiantes venían obligados a hablar siempre en latín en el aula. Y ese mismo estudio se continuaría hasta terminar la Teología, pero ya sólo dos días a la semana, explicándose también durante el curso teológico la Retórica. Los Maestros de estudiantes tenían que estar con sus discípulos a las horas del repaso, así como a las sabatinas, las que tendrían alternati­ vamente con los Lectores; éstos defenderían además conclusiones públi­ cas tres veces en el año (32). Ya se ha expuesto anteriormente el método seguido en la provincia para proveer las lectorías; no era otro sino el señalado por los supe­ riores de la Orden. Pero en marzo de 1759, seguramente que por ha­ berlo pedido así los de Castilla, «se informó a Roma sobre el método que hay en esta provincia en punto a dar las lectorías» (33). No era otro sino tomar piques cada uno de los opositores y, de los tres piques, escoger una tesis, defenderla luego y responder a las objeciones puestas por los contrincantes. Las tesis debían ser en realidad dos: una de filosofía y otra de teología. Mas, según ya anotamos también, la pro­ vincia había determinado a su vez que los Maestros no hiciesen nueva oposición para ser Lectores, sino que, concluidos los siete años de enseñanza, pasasen a Lectores, lo que fue aprobado por el P. General no obstante lo dispuesto en el mencionado decreto sobre los estu­ dios (34). Con los expresados decretos, uno de parte de los superiores de la Orden y otro de los de la provincia, se dio un paso importantísimo en la organización y mejor marcha de los estudios. Las normas en ellos fijadas estuvieron en vigor y fueron seguidas sin cambios notables hasta la exclaustración de las Ordenes religiosas. Pero al P. Juan del Corral cabe otra gloria relevante: la de haber sido promotor de la fundación de un Colegio de Misioneros en Castilla. No sabríamos puntualizar bien si la idea partió del mismo P. Corral o fue su inspirador el P. Pablo de Colindres, desde Roma. De todos modos, el P. Juan de Zamora, al que podemos llamar con toda razón fundador efectivo del Colegio de Misioneros de Toro, afirma que el Padre Corral presentó ya el plan o proyecto sobre el establecimiento del mismo, y llega a decir que incluso se había señalado como convento a propósito para él el de Jadraque (35). Bien pudo suceder que el Padre Corral, hombre de gran experiencia, después de reorganizar los estudios en la provincia, se lanzase a establecer algo nuevo con miras a la reforma de la predicación, promoviendo al propio tiempo una mayor actividad en el apostolado de las misiones, y antes, una digna y com- (32) Cfr. el contenido de ambos decretos en P alazuelo , 1. c. (33) VA, 265. (34) Ibíd, 366-7. (35) Juan de Z am o ra, O. F. M. Cap., Manifiesto memorial y apologético de la fundación del seminario de Misioneros Apostólicos de la ciudad de Toro y del establecimiento de perfecta vida común en el Real Convento de El Pardo, manuscrito, f. 4r, n. IV (APC, 28/152).

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