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94 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA diez mil pesos fuertes (3). Se trata de la de Monterrey, de que luego nos ocuparemos. El 18 de julio de 1752 escribían los superiores de Castilla al Padre Colindres para darle gracias «por el especial trabajo que tomó en la defensa de Torrecilla contra el P. Cóncina, dominico» (4). Este reli­ gioso, mal informado, insertó en sus libros un buen número de propo­ siciones que se atribuían al P. Martín de Torrecilla, dignas, por otra parte, de censura y condenación. El P. Colindres salió con valentía a su defensa, demostrando que muchas de tales proposiciones se achacaban falsamente al P. Torrecilla, así como otras se encontraban en sus escri­ tos, pero en manera alguna eran por él defendidas. El P. Cóncina, convencido por las razones alegadas, prometió retirar de sus obras esas proposiciones y asimismo el catálogo de las mismas, según advierte en una de ellas (5). También al P. Colindres debieron los Capuchinos españoles el privi­ legio de poder erigir el Viacrucis en sus iglesias e igualmente en las plazas o calles contiguas, de tal modo que, comenzado en la iglesia dicho piadoso ejercicio, se viniese a terminar en la misma, después de recorrer fuera las restantes estaciones. Tal gracia fue concedida por un breve de Benedicto XIV, interviniendo además Fernando V I con su recomendación (6). Antes de finalizar el trienio del P. Manuel de Madrid, por estar próximo el Capítulo general, se tuvieron elecciones de los nuevos supe­ riores provinciales el 12 de octubre de 1753, en conformidad con las normas de la Tripartita. Resultó elegido Ministro Provincial el Padre Cayetano de Salamanca, quien debía gozar de gran predicamento entre los religiosos. A él se le habían encomendado antes importantes comi­ siones, entre otras la fundación del convento de Rueda, y había desem­ peñado delicados cargos: Vicario de Valladolid, Secretario provincial, Guardián de Salamanca, Valladolid y San Antonio del Prado por dos veces, Presidente de Rueda y Definidor dos trienios (7). Llegaba, por tanto, cargado de experiencia al gobierno de la provincia, y en su elec­ ción obtuvo casi la totalidad de los votos (8). A poco de leerse las tablas capitulares, se votó por todos los vocales la fundación, ya pedida con anterioridad, en Villanueva de Monterrey, (3 ) Ibid., 324. (4 ) Ibid., 325. (5 ) C fr. el v. I de esta obra m ía, 414; D a n ie l C ón cin a, O . P ., Ad Theolo- g iam christianam dogamtico-moralem apparatus, I , R om ae 1755, L V I; « M o n itu m quo ex p o n itu r factum propositionum excerptarum ex lib ris P. M a rtin i T o rre ­ cilla.» L a defensa hecha p o r el P. C olindres se conservaba m anuscrita en el an ti­ guo A rch iv o P ro vin cial de C astilla. C fr. tam bién m i artícu lo : El Rmo. P. Pablo de Colindres, General de la Orden Capuchina (1696-1766), en Collectanea Fran­ ciscana, 36 (1 9 6 6 ), 294-5; aq u í se h abla del contenido de dicha defensa según la copia de parte de ella que se conserva en la B. de la R . A cadem ia de la H isto ria. (6 ) V A , 322, 339. (7 ) Necrologio, 155. (8 ) V A , 341.

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