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TRES CUSTODIAS Y SUCESOS HASTA 1751 91 prende, no quedaba ni dilucidada ni dirimida la cuestión presentada por el P. Calahorra sobre los límites concretos y divisorios entre Nava­ rra-Cantabria y Castilla, que por cierto en esos años estaba empeñada en llevar a cabo, contra viento y marea, la fundación del convento de Deusto o Bilbao, que pudo lograrse al fin, como veremos. 4. También en estos años del provincialato delP. Bilbao se inte taron otras dos funciones: una en Terranova (Ciudad Real) y otra en Cervera, ambas el año 1750 (33), de las que igualmente trataremos luego. Queremos finalizar este capítulo, que abarca los años 1746 a 1751, dando a conocer un hecho que tuvo lugar en 1747 y que cede en mucho honor de la provincia y de la Orden, y es que, al poco tiempo de ser elegido Definidor general el P. Pablo de Colindres, era propuesto por Fernando VI para la sede episcopal de Barcelona. Se lo aconsejaba al monarca su confesor, el jesuíta P. Francisco de Rábago, montañés como el P. Colindres, diciendo de éste: «Fue colegial mayor de Valla­ dolid, Doctoral y Catedrático de Salamanca, y, dejándolo todo, se hizo capuchino y ha tenido los primeros empleos de su religión. A esta condecoración extrínseca se añade su vida tan ejemplar, una grande sabiduría teológica y canónica. Y es crédito de V. M. el buscar para las mitras semejantes sujetos y solicitar del Papa que le precise a acep­ tar, si acaso lo resistiese. Y cuando V. M. juzgase empeñarle en otros asuntos de más peso, no desayudará el hallarle condecorado con esta mitra» (34). El rey añadió al pie de la carta del P. Rábago la frase protocolaria: «He nombrado a los que proponéis.» Sin embargo, el P. Colindres presentó en seguida su renuncia a la mitra, y no valieron las repetidas instancias del Cardenal Portocarrero, embajador de España ante el Papa, ni tampoco las insinuaciones del propio Benedicto X IV para que revocara aquella determinación, ale­ gando siempre las mismas razones: que había entrado en la Orden Capuchina porque profesaba «como especial instituto la humildad, austeridad y pobreza», renunciando para eso los títulos del mundo, y por otra parte estaba convencido de que fue voluntad de Dios el entrar en «esta religión penitente y austera» y en cambio no se persuadía de que lo fuese el aceptar el obispado (35). Justamente cuatro meses después, en marzo de 1748, fallecía un hermano del P. Colindres, limo. D. Juan Antonio de Oruña, obispo de Osma, quien antes tuvo los mismos cargos que aquél, Doctoral de (33 ) V A , 315. (3 4 ) C arta del P. R ábago, Buen R etiro , 22 septiem bre 1747 (A G S , Gracia y Justicia, leg. 291). (35 ) C arta del P. C olindres al rey, C onvento de C apuchinos de R om a, 1 no­ viem b re 1747 (ibid.), y al P. R ábago, de la m ism a fecha; una copia de ésta se encuentra en la B. de E l Escorial, M s . N -l-1 2 , ff. 253-54. Am bas cartas las hemos reprod ucido en nuestro trabajo: El Rmo. P. Pablo de Colindres, General de la Orden Capuchina (1696-1966), en Collectanea Franciscana, 36 (19 66 ), 301-302.

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