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TRES CUSTODIAS Y SUCESOS HASTA 1751 87 modo de gobierno que desde este Capítulo se ha de observar en la provincia, según lo dispuesto y mandado por Su Santidad en las dos novísimas bulas, la de Tripartita y la que quita los Discreos... Después propuso al Capítulo el medio y modo que le parecía más conveniente para la elección de Custodia de donde se había de elegir el Provincial, que fue hacer escrutinio secreto con cédulas, como en las demás elec­ ciones, y que, si sucediese empatarse, se repitiese el escrutinio todas las veces que fuese necesario, y que aquella Custodia que tuviese más votos era y había de ser a la que tocase el provincialato, en lo que todos convinieron» (16). 3. En esa conformidad se hicieron las elecciones: el Ministro Pro­ vincial, de aquella Custodia que salió con más votos; los cuatro Defi­ nidores, de las dos restantes, y los tres Custodios, uno de cada una. Resultó elegido superior de Castilla el P. Ramón de Bilbao, que era ya entonces Calificador de la Suprema Inquisición (17), quien a los dieciocho años había tomado el hábito el 23 de marzo de 1725 en el noviciado de Salamanca, recibiendo a su tiempo la ordenación sacer­ dotal en marzo de 1733. Fue sucesivamente Vicario del convento de Tarancón; Guardián de los de Esquivias, Toledo y El Pardo; Presidente de Navalmoral; Definidor por dos veces y ahora Ministro Provincial (18). No obstante haberse puesto en vigor el plan de la Tripartita, y tras la abolición de los Discretos capitulares, no parece se lograron los objetivos previstos y ambicionados: que hubiese paz y sobre todo unión entre los religiosos. Prueba de ello, y quizá de otras deficiencias, es lo que el P. General consigna en su diario de la visita hecha a las provincias españolas, verificada en 1749. El P. Segismundo de Ferrara, nuevo superior de la Orden, llegaba a Madrid el 19 de diciembre de 1748, siendo recibido con extraordi­ nario aparato y solemnidad no sólo por las comunidades de San Anto­ nio del Prado y de La Paciencia, sino también por el duque de Medi- naceli junto con la nobleza y grandeza españolas. Siguiendo, como él mismo dice, la costumbre de sus antecesores, quiso dar comienzo a la visita de los conventos de la Orden por los de España y, antes de todo, venir a la corte a presentar sus respetos a Fernando V I y cubrirse al mismo tiempo de Grande de Primera Clase. A los pocos días de estar en Madrid pasó a besar privadamente la mano al rey, pero su recepción de Grande de España no se efectuó hasta el 25 de febrero de 1749 (19). Marchó a mediados de marzo a La Granja a besar la mano a Isabel de Farnesio, viuda de Felipe V, regresando luego a la corte, (16 ) V A , 298. (17 ) E D , 201. (18 ) Necrologio, 87. (1 9 ) V A , 301ss., donde se describen con toda clase de porm enores así la llegada del P. G en eral a M a d rid como su recib im ien to y co bertura; c fr. tam ­ bién M . D e P., Los Generales de la Orden Capuchina Grandes de España de Pri­ mera Clase, en Collectanea Franciscana, 13 (1 9 4 3 ), 291-2.

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