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64 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA «con místico buril la efigie de Jesucristo en el sepulcro, interpretando la piedad de Felipe III, que así quiso perpetuar la memoria de haber nacido en Viernes Santo el que llevó después su corona» (39). Fué efectivamente en el Viernes Santo de 1605 cuando tuvo lugar el na cimiento de Felipe IV, encontrándose aún la Corte en Valladolid. Cuando un año después se trasladaba a Madrid, Felipe III llevó con sigo aquella devotísima imagen y la colocó en su oratorio. Debió ser al tener lugar la traslación del Santísimo a la iglesia del segundo con vento, cuando se determinó a donar a los Capuchinos de El Pardo aquel Cristo yacente, que para él era un recuerdo y un incentivo de su piedad. Desconocemos las circunstancias que conurrieron al traslado de la mencionada imagen desde el palacio de Madrid a! convento de El Par do; se sabe, no obstante, que fué en 1615 y que se formó una con curridísima procesión en la que tomó parte mucha gente y gran nú mero de títulos y grandes. Se !a colocó en una de las capillas de la nueva iglesia, haciendo un pequeño ensanche al efecto en el tránsito de la portería (40). Desde entonces comenzó a ser venerada de nu merosos fieles y peregrinos que al convento llegaban diariamente para satisfacer su devoción. Aparte de eso, el convento de El Pardo tuvo ya desde un princi pio excepcional preponderancia en la Provincia. Apenas terminado, se destinó a convento-noviciado cuando ya comenzaban a ser numerosas las recepciones de novicios, «los cuales se enviaban al convento de El Pardo, que era donde estaba el noviciado de la Provincia de Casti lla y Andalucía» (41). Más tarde fué destinado a convento de estudios. Pero desgraciadamente también en El Pardo se repitió la misma triste historia de Toledo y Alcalá. No había pasado siquiera un cuar to de siglo y hubo que abandonar aquel convento. El sitio había sido elegido por el P. Serafín en contra del parecer de todos; su fábrica se hizo asimismo en conformidad con sus indicaciones, y también en contra del sentir de los demás religiosos. Por eso fueron muchos los defectos que allí se cometieron, entre ellos, el principal, que el sitio era malsano y grandemente nocivo a la salud, por estar en parte baja, muy cerca del arroyo, y no llegar a él los vientos del Guadarrama, siendo muchos los religiosos que enfermaban de tercianas. Por otra parte la consjrucción no era ni medianamente firme y a ello se añadía (39) A n t o n io F errep . d e l Río, Historia del reinado de Carlos III en España, t. I, Madrid, 1856 , p. 62 y nota. ( 40 ) Archivo del Palacio N. de Madrid.—Patrimonio.—El Pardo. Leg. 6 , carta de D. Tomás de Angulo (14 de junio de 1615 ), ( 41 ) A. d e G r a n a d a , ms. c., p. 28 .
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