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MÁS CONVENTOS EN CASTILLA 57 Al poco tiempo de la toma de posesión ya se puso en la casa de Toledo familia conventual, quedando de ese modo algún tanto deshao- gado el convento de Madrid, de donde también pasaron los novicios que aquí habían tomado el hábito. Quedó de Guardián el P. Diego de Quirtga y por Maestro de novicios el P. Sebastián de Valencia, aunque el noviciado estuvo en Toledo solamente dos años, pasando más tarde a Alcalá (10). El P. Diego de Quiroga adquirió luego en la ciudad imperial cré ditos de excelente predicador (n ) . Su fama y el aprecio grande que el Cardenal sentía por los Capuchinos, contribuyeron poderosamente a que fuesen bien recibidos y altamente estimados. De io que tué aquella primera morada y residencia en Toledo, poco podemos decir; la iglesia, pequeña y en estado ruinoso, fué de rribada veinte años después para levantar la que aun hoy en día se conserva, también de muy reducidas proporciones, y que no es otra que la ermita del Angel, conocida en Toledo por las populares rome rías que tienen lugar en sus alrededores. Y el convento fué convertido en casas particulares al ser dejado más tarde, por quedar aquél muy distante de la ciudad y, lo que es peor aún, por resultar muy insano, siendo muchos los religiosos que enfermaban y morían. 2 . C o n v e n t o d e A l c a l á d e H e n a r e s . La finalidad que tuvo el F. Policio en intentar la fundación de un convento en Alcalá de He nares es muy de alabar por lo oportuna y acertada. En Alcalá, además de su célebre y acreditada Universidad, existían muchas Escuelas, y una y otras eran muy frecuentadas de estudiantes y estudiosos. Forzo samente se podría esperar hubiese buenas y numerosas vocaciones a la Orden, y consiguientemente un convento allí sería de gran conve niencia al progreso y aumento de la naciente Provincia. Se animó a llevar adelante la idea, pensando que para tal intento tendría sobradamente propicio al Cardenal Sandoval y Rojas, a la sazón señor de Alcalá, como así fué. El Cardenal envió luego cartas a su Vicario de allí y al Corregidor de la villa para que ayudasen esta fun dación de los Capuchinos. Dichas cartas fueron llevadas en propia mano por el P. Pedro de Barbastro, a quien el P. Serafín había enco mendado el asunto de la fundación. Y tan bien marcharon las cosas, que se creyó no habría inconveniente alguno en que se llevase a cabo la toma de posesión. Pero faltaba la licencia del rey o, por mejor decir, del Consejo, y, para conseguirla, se elevó un memorial en que se pedía se sirviese ( 10 ) Ibid .— M o n z ó n , ms. c., f. r/v. ( 11 ) En la cuaresma de 1612 ya fué encargado de predicar algunos sermones en la catedral, como lo fué en los años siguientes. (Cfr. Actas Capitulares de Toledo, t. 26 , Cabildo de 15 de febrero de 1612 y del 1 de febrero de 1613 ).
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