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NUEVOS INTENTOS DE FUNDACIÓN EN CASTILLA 43 ñalándolo en cementerio, y se trabajó tod o ese día y la n oche siguien te en componer la casa lo m ejor que se pudo. »L u e g o en amaneciendo D ios el jueves a 12 de éste, día del g lorio so San D ieg o, vinieron los reposteros de estrado con acémilas carga das de todo lo necesario, que aderezaron la cortina y estrado en la iglesia para SS. M M . y una ventana que hay sobre la puerta de ella, con paños de carmesí, y el Corregidor por su persona y muchos al guaciles desde la plaza del Sol aquí con d ieciocho carros haciendo limpiar la calle porque había m u cho lodo a causa de un gran turbión que cayó a las on ce de la noche, sin lo mucho que había llovido antes, y después amaneció el día claro y se dieron prisa en limpiar; y tras esto vinieron acémilas de despensa y cocineros, y mucha máquina, así de carne com o d e pescado, porque com ió un Regente del Consejo y otros oficiales del rey, y esta com ida la d ió la reina nuestra señora, que determ inó hacernos banquete este día. »Antes de las nueve estaban en la iglesia señores titulados a lo en cubierto, y no entraron más gente porque desde las siete había ocho alabarderos; y en esto salimos catorce frailes y fuimos toda la calle mayor hasta el Hospital de la Corte junto a la Puerta del Sol, donde hallamos sesenta frailes Descalzos del convento de San G il y de San Bernardino y pocos menos de San Francisco. Teníamos allí prepara da nuestra C ruz y clérigos del Hospital y la Capilla de la música del rey y un San Antonio de bulto, vestido con nuestro hábito, muy devoto, que terna una vara de alto, puesto en sus andas bien aderezadas. Y el Sr. Condestable y otros caballeros y el Corregidor acudieron allí, y, estando cosa de medio cuarto, ordenando las cosas, pasó la palabra que venía el rey y, al emparejar, cantó la capilla Laúdate Dom inum , y comenzaron a pasar coches y cocheros y caballos. Y , llegando S. M . a nuestro Hospital, subió a la ventana que dije estaba aderezada sobre 1?. iglesia y la reina nuestra señora con el cond ecico de Am pud ia ... »S e com en zó a caminar desde el d icho Hospital de la Corte en pro cesión, siguiendo a la C ruz de él San Antonio en andas, en hombros de cuatro Capuchinos, dos de ellos legos, y todos los sobredichos reli giosos Observantes y Descalzos en orden a dos hileras, y al cabo una cruz de un p ino recísim o que pesa com o meliz, que tiene cin co cañas de largo, y con ella abrazados diez de nosotros, gateando entre aquel lod o limpito que era placer vernos hacer piernas, y to d o era menester. Lu ego v en ía n lo s clérigos del Hospital revestidos, y detrás el Sr. C on destable, Corregidor y otros caballeros cortesanos y de la Villa e in finita gente de que toda la calle estaba llena y las ventanas... L legados bajo la ventana del rey donde estaba h echo el agujero para fijar la Cruz, se puso el pie en él y los brazos sobre un banco, y salió el Sr. N un cio de la iglesia ya revestido de Pontifical, con sus concelebrantes y coad jutores con capas, que serían cerca de las once del día, y, adorando
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