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PRIMEROS INTENTOS BE ESTABLECERSE EN CASTILLA 31 las esperanzas que concibieron de que tendría buen efecto su petición, le salteó la muerte al P. Com isario, que fué sentido de todos» ( 2 4 ). El P. Buenaventura de Catanzaro murió, efectivamente, en Barce­ lona el 6 de abril, aun antes de celebrar el Capítulo Provincial, el cual tuvo lugar en el convento de M ontecalvario el 21 de abril del citado año 1 6 0 6 , y en él fué elegido Provincial de Cataluña el P. Hilarión de M edinaceli ( 2 5 ), «m u y santo varón, pero rem iso mucho para cualquiera empresa de alguna dificultad» ( 2 6 ). El P. Hilarión dio orden para que los Padres que gestionaban, ahora ya en Madrid, la fundación en-Castilla, se volviesen a Cataluña. N o lo hicieron así sino que, después de haber expuesto la buena aco­ gida que habían tenido y las esperanzas grandes de conseguir su pre­ tensión, lograron autorización para continuar sus gestiones. E fectivam ente: buena acogida habían encontrado en el duque de Lerma y en el de Maqueda y también en el conche de M iranda, Pre­ sidente del C onsejo de Castilla, quien les había ofrecido su licen cia; buena acogida hallaron a su vez en el Cardenal A rzobispo de T o led o , D . Bernardo Sandoval y Rojas, que asimismo había ofrecido la suya. Hasta el punto de que se había comprado sitio, se dispuso la casa, se hicieron celdas, se había mandado venir religiosos y procurado sayal para recibir algunos novicios ( 2 7 ). Pero, cuando tod o parecía salir a pedir de boca , comenzaron las contradicciones, y los que más hicieron fueron los Benedictinos de San Martín, los Descalzos de San Bernardino y los Observantes. Y para persuadir a los Capuchinos «d e que era forzoso desistir de nuestra pretensión, nos daban por los ojos con el memorial que sacó entonces el P. Sosa, cuyo desmedido proceder nos declaraba bastantemente la fuerza que habían puesto en descomponernos y resistir a nuestra en­ trada en Castilla» ( 2 8 ). En e fe cto : el P. Francisco de Sosa, General que había sido de Ja Observancia y fué más tarde Obispo de Canarias y de Osma, compuso contra los Capuchinos un memorial en forma de «carta que escribió al R ey nuestro Señor Felipe IIIen razón de que noconvenía dar li­ cencia a los Padres Capuchinos para fundar conventos en la corona de Castilla» ( 2 9 ). (24) F é li x df. G ranad a., ibid. Que todavía estaba el Rey en Valladolid, lo afirma el P. Francisco de Sosa, en el memorial o carta, del que luego hablaremos, donde dice «que, estando la Corte en Valladolid fueron los Capuchinos despedidos del Rey Felipe I I I » (p. 276). (25) Libro de los Actos Capitulares, ms. c., f. 14. (2 6 ) F é lix d e G ra n a d a , ibid. (27) ' Ibid. — A g u s t ín d e G ra n a d a , ms. c., p. 4.— A lic a n t e , ms. c., p. 120. (2 8 ) F é lix d e G ra n a d a , o. c., p. 10. Son dignas de ponderarse las idas y ve­ nidas de los PP. Descalzos, quienes, al’ decir de dicho cronista, no perdonaban horas ni tiempos para buscar recomendaciones en contra de la fundación. (2 9 ) Tratados del limo, y Rvdmo. Sr. D. Fr. F r a n c is c o de S o sa , hijo de la San-

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