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■M LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA Cruz, doña María Manuel, y lleva la fecha 27 de abril de 1 5 77 , jus­ tamente en el m ism o tiempo en que el P. A rcángel A larcón era desig­ nado Com isario general para llevar a cabo la fundación de Cataluña ( 1 ). En ese Breve se hace notar que el Marqués había hecho levantar una casa para los religiosos en memoria de la victoria de Lepanto, con el fin de que los Capuchinos pidiesen constantemente p or los fieles cristianos que murieron en aquella memorable batalla, y siendo inten­ ción del Marqués que, por el m u cho afecto y devoción que la Marquesa profesa a la O rden Capuchina, cuyos religiosos «se distinguen por la santidad de vida y costumbres», sea dada la casa, que ha hecho cons­ truir, a los Capuchinos, había ped ido al Papa permitiese y autorizase la erección del convento, a lo que G regorio X I I I accedió de muy buena voluntad. Pero además: se permitía que los Descalzos o Alcantarinos pudie­ sen, con licencia de sus Superiores, pasarse a los Capuchinos, ya que, com o el m ismo Breve agrega, «eran muy pocos los que en España ha­ bía» (ei quia admodum pauci Fratres Capuccini in illis partibus rep e- riuntur ), palabras que deben interpretarse com o que «eran pocos los que para España eran destinados», pues consta con certeza que en esa fecha, 15 77 , n o había Capuchinos en nuestra patria. E l P. General de la Orden, obligado por el mandato e imposición del Papa, designó para aquella nueva fundación a los PP. Juan A larcón de Tordesilias, Bernardino de Alhama o de Aragón y Fr. M aseo de Tu rín , L ego. El P. Juan era hermano del P. Arcángel, y su designación para pasar a España con el Marqués de Santa Cruz debió hacerse al m ismo tiempo que el P. Arcángel era nombrado Com isario para la fundación de Barcelona. N o deja de llamar desde luego la atención que éste, al escoger los compañeros en esa empresa, n o eligiese al P. Juan, que con él vivía en el m ismo convento y que sin duda alguna le hubiera ayu­ dado com o ningún otro. La única explicación aceptable es la de que el P. Juan tema otra misión que cumplir, llevando a cabo la fundación de El Viso. Con el Marqués de Santa C ruz y en sus galeras vinieron los tres íeligiosos, arribando a Barcelona a mediados de mayo de 1578 ( 2 ). L le ­ garon a la Ciudad Condal cuando el P. Arcángel y sus compañeros vivían aun hospedados en San Gervasio ( 3 ). A pesar de que el P. Juan traía sus compañeros designados, al llegar a Barcelona quedaron allí el P. Bernardino y Fr. M aseo, y él, jun to con el P. M ateo de Guadix, dirigió sus pasos cam ino de la (1) Cfr. dicho breve In caetera Divinae Majestati, Bullarium, V, pp. 368-370. (2) Cfr. R ubí , art. c., p. 530, nota 2. (3) V a lla d o lid , o. c., en Estudios Franciscanos, V (1910), p. 475.

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