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¿ABIOS Y ESCRITORES 405 las almas, pasa el resto de su vida hasta 170 2 , año en que creemos haya fallecido. Vamos a ocuparnos ahora de sus escritos, de sus iibros impresor. Y en primer lugar, del que más le ha hecho célebre, aunque no sea el de más mérito, a saber: El Ente dilucidado. Discurso único no­ tísimo en que muestra hay en la naturaleza animales irracionales in­ visibles y cuáles sean ( 37 ). Sobre ese libro se han emitido las más raras y contradictorias opi­ niones. Mientras unos no ven sino un tejido de extravagancias, para otros no sólo tiene mérito sino mérito extraordinario, ya se le mire como recopilación de vulgares creencias de su tiempo, ya se le con­ sidere como refutación de lo que en aquel entonces se pensaba sobre los duendes, es decir, que eran demonios o seres espirituales, etc. En mi opinión el libro del P. Fuentelapeña puede muy bien to­ marse como recopilación de muchas vulgares creencias, consideradas verídicas en su tiempo, a las que él no solamente no daba fe, sino que quiso ponerlas en su libro para más ridiculizarlas, como fué, en­ tre otras, ia cuestión de los duendes. Pero, aparte de eso, se tratan también en el mencionado libro otras muchas cuestiones filosóficas, so­ bre ciencias naturales, etc., diciendo cosas verdaderamente peregrinas. Juan de Valera era tan entusiasta del P. Fuentelapeña, que llegó a escribir estas ponderativas palabras: «Yo diré que el P. Fuentelape­ ña lo adivinaba todo de tenazón, como se dice vulgarmente. Como no hubo jamás ingenio más invencionero ni atrevido, ni memoria más rica de erudición, ni desenvoltura científica más grande, que los de este ameno, delicioso y candoroso ex-provincial de capuchinos; no es extraño que lo adivinase todo... Interesante sería y aún daría asun­ to de sobra para un tomo, el comparar la ciencia novísima con lo de este ex-provincial de capuchinos,' y el probar lo mucho que la ciencia novísima le debe» ( 38 ). Y, llevado de ese mismo entusiasmo, llegaba a proponer se publicase en la Biblioteca de AA. Españoles de Ribade- neyra un segundo tomo de Filósofos españoles, donde El Ente di'lu- ( 37 ) De él hay dos ediciones hechas ambas en Madrid, 1676 y 1677 ; una y otra son raras y estimables para los bibliófilos. Contra este libro del P. Fuentela­ peña salió este otro: «Responde Don Andrés Davila Heredsa, Señor de la Carena, Capitán de Cavallo, Ingeniero Militar, Professor de las Mathematicas. Al libro Del Ente Dilucidado, Discurso único... Inipresso en Valencia, en la Oficina de Villagrassa, año de 1678 .» A la verdad, examinado detenidamente Cite libro, queda su autor bastante mal­ parado por las razones tan poco convincentes que aduce; casi con su lectura re­ salta más el mérito y la razón a favor del P. Fuentelapeña. ( 38 ) J. de Valera, Obras .—V II. Disertaciones y juicios críticos, Madrid, 1890 , pp. 322 ss. Habla a propósito de la publicación del tomo 65 de la Biblioteca de AA. EE. de Ribadeneyra, Obras escogidas de Filósofos, Madrid, 1873 , y comentan­ do el discurso oreliminar del Excmo. e limo. Sr. D. Adolfo de Castro.

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