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ILUSTRES MISIONEROS 393 iban a conquistarlos y rendirlos a Ja fuerza. En vano trataron los mi­ sioneros de calmarlos y persuadirlos de la finalidad de la guarnición: no hubo posibilidad de reducirlos; mataron a muchos españoles que en­ contraron por sus derras y hasta los propios misioneros corrieron inmi­ nente peligro de muerte, como ya dejamos dicho ( 9 ). Esos alborotos debieron comenzar con toda seguridad ya en 1650 . según una interesante relación de uno de los misioneros ( 10 ), y se pro­ siguieron bastante tiempo, hasta el punto de que los religiosos estaban resueltos a volverse a España. Sin embargo, el decidido y celoso P. Antonio de Oviedo quiso intentar un último esfuerzo, aun a cos­ ta de su vida, y fué dirigirse personalmente a los mismos indios. Se despidió de los religiosos; tomó una canoa y, llevando consigo un español y cinco indios, se encaminó a los chocoes; pasó luego a los burgutas, pero entonces le abandonaron sus acompañantes, siguiendo él adelante, hasta que, al avistarle los gorgonas, le arremetieron a saetazos y lanzadas, quitándole la vida y dándole una muerte cruelí­ sima; le serraron luego por remate el casco de la cabeza e hicieron de él taza para beber ( 1 1 ). Así acabó este animoso misionero, «y de su gran virtud y celo apostólico se debe creer piadosamente procedió en esta jornada con particular inspiración del Espíritu Santo, por cuyo medio le dispuso para darle el premio de sus muchos trabajos, con la corona y palma del martirio» ( 1 2 ). Y como tal mártir ha sido tenido siempre, y hasta se le ha dado el título de Venerable ( 1 3 ). 2 . Entre tanto que esto sucedía en el Darién, otro hijo de Cas­ tilla, no menos ilustre que el anterior, el P. Serafín de León, des­ plegaba en Sierra Leona (Africa) una actividad apostólica que no se podía esperar de su avanzada edad. Había tomado el hábito capuchino en 1609 en Alicante, siendo entonces paje del duque de Montalto, enviado luego a Madrid para que cen su ejemplo se animasen otros a solicitar entrada en la Or- (9) Cfr. supra, p. 196. — M a t e o d e A n g u i a n o - F r o il á n d e R í o n e g r o , Relaciones de las Misiones de los PP. Capuchinos, o. c., t. II, Sevilla, 1918, pp. 83. ( 10 ) Cfr. «Relación de lo sucedido desde el año 50 en el Dariel y Gorgona hasta el 53 en que salimos de la Gorgona» (Ms. c. 3 . 818 , ff. 82 - 87 ). Aunque no lleva firma, parece por el contexto ser del P. Basilio de Valdenuño, uno de los misioneros supervivientes. ( 11 ) A n g u ia n o , Vida del Capuchino español, o. c., p. 298 .— A n g u ia n o - R ío - NEGRO, c. c., p. 84 - 5 . Estas noticias fueron dadas a los misioneros que por segunda vez pasaron en 1080 a evangelizar el Darién, según refiere el propio P. Anguiano. (12) A n g u ia n o -R ío n e g r o , o . c., p. 85. ( 13 ) Su muerte la pone el, P. Anguiano hacia el 17 de septiembre de 1652 ; creemos sin embargo, como ya dijimos arriba, debió tener lugar un año antes, es decir, en 1651 .

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