BCCCAP00000000000000000000155

ILUSTRES MISIONEROS 391 del 15 de julio, designaba por Prefecto al mencionado P. Antonio de Oviedo ( 3 ). De su vida, a partir de esa fecha, tenemos datos interesantes en las caitas que escribió al P. Provincial, dándole cuenta de todo. Por cierto que desde luego no fueron pocas las dificultades que debió encontrar para llevar -a feliz tármino su empresa, pues, aun antes de embarcarse, le escribía desde Saniúcar: «Si no fuera por dar pesadumbre a Vuestra Caridad y por no dar qué decir, dejara el oficio» ( 4 ). Sin embargo los misioneros pudieron luego embarcarse -en Cádiz el 17 de octubre y llegaron a Cartagena «con próspero viaje en cincuenta días» ; de Car­ tagena fueron a Puertovelo en cincuenta horas, y de aquí a Panamá. Al encontrarse ya muy cerca del campo de apostolado, toma todas las medidas necesarias para que tenga éxito la empresa que se le ha en­ comendado; no obstante que surgieron nuevas dificultades, él se mues­ tra confiado en Dios, añadiendo: «Déme el Señor ayuda, y suplico a V. C. no me falte con sus oraciones, que cierto que no venir preve­ nido por muchas almas santas de diversas partes que pintaron la jor­ nada por sus puntos, como pasa, tuviera mucho trabajo; pero Dios, como padre de misericordia, quiso manifestarles los sucesos. Sea el Señor bendito por tanta misericordia». Estas noticias comunicaba al P. Provincial un mes poco más o menos después de su arribo ( 5 ). Llegaron al Darién «el día de'ía Cruz de mayo»; poco tiempo después entraban ya en tierras de indios, pero bien pronto el P. Oviedo observa con gran lástima de su corazón que, aunque hay algunos cristianos, «están tan bárbaros como si no lo fueran», pues «sólo se atiende por la mayor parte al trato y ai adquirir dineros o plata, por lo cual, aunque estén enfermos en sus estancias, nadie los busca ni administra los Sacramentos si ellos no vienen al lugar o casa del Padre a recibirlos.,.. No quisiera decir esto, pero es tanta la lástima, que quiebra el corazón, porque, según veo en sus naturales, juzgo que si se trabajase, se haría provecho, y que no se cumple con el ministerio de convertir almas» ( 6 ). Su celo por la salvación de las almas se pone bien de manifiesto en esa carta, por la que se ve no atendía a bien alguno material, sino solamen­ te a que se cumpla el fin del ministerio de los misioneros. Y prueba de ello es que en ese mismo día en que estaba fechada, 14 de julio de 1648 , se decía la primera misa en el primer poblado.de indios, San Buena- ( 3 ) Cfr. supra, p. 194 .—Decreto de la Sea. Congregación, 15 de julio de 1647 (B. N.—Ms. 3 . 818 , ff. 45 y 54 ). ( 4 ) Carta del P. Oviedo (Saniúcar, 22 de septiembre de 1647 ) (Ms. c. 3 . 818 , f. 22 ). ( 5 ) Carta del mismo (Puertovelo, 27 de diciembre de 1647 ) ( [ I b í d f. 20 - 21 ). ( 6 ) Carta del mismo (S. Buenaventura de Tarena, 14 de julio de 1648 ) (Ibíd. ff. 24 - 25 ).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz