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PREDICADORES MÁS DISTINGUIDOS 3 8 7 eso, el P. General, atento a los muchos méritos contraídos, le concedió el título de Padre de Provincia, que era tanto como Ex-Provincial. Ya cuando estaba en El Pardo de Lector de Teología, en 1667 , era solicitada su predicación ( 26 ), tanto que dos años después, sin duda para que no abandonase su cargo de Lector, se le puso precepto de obediencia para que «se excusase de venir a predicar a Madrid y pre­ cepto de no revelar el precepto» ( 2 7 ). Sin embargo fué tal la fama que alcanzó con los sermones anteriormente predicados, que, apenas termi­ na su Lccturía en 16 7 2 , es honrado con el título de Predicador de S. M. el 6 de diciembre de dicho año, ahcra solamente «ad honorem»; más tarde; el 26 de octubre de 1685 , también con los correspondientes gajes, «teniendo consideración a la suficiencia, habilidad, letras, ejemplo y buena doctrina» ( 28 ). «Prosiguió, — nos dice su biógrafo— , la carrera del púlpito por cua­ renta años con fruto grande de sus oyentes y admiración común de los fie­ les por la frecuencia de sus sermones a que asistía tanto auditorio, que no eran capaces las iglesias. El anunciar a los reyes la verdad sin disimulo ni lisonja, le produjo calumnias y el destierro, pero todo se convirtió luego en mayor aplauso y estimación, siendo tan grande la de los reyes, que, aun estando baldado de la gota, hacían traerle a su presencia para oírle» ( 29 ). El P. José de Madrid, el mejor de nuestros predicadores en el últi­ mo tercio del siglo XVII, lo fué ciertamente de cuerpo entero. Su ora­ toria es también reflejo de su vida: una vida austera, sin ambiciones, sin dispensas de ninguna clase, consagrada por entero a su ministerio. Su oratoria es reposada, solemne: anuncia la verdad con libertad abso­ luta y con gran valentía a todos, siendo por eso mismo, como dice muy acertadamente el P. Manuel de Jaén, «tan venerado y tan temido de príncipes, grandes, señoras y aun de reyes» ( 30 ). Es, por otra parte, el orador de las grandes solemnidades. En mayo de 1676 muere la emperatriz Claudia Felice de Austria. El 2 de junio s.e celebran solemnes funerales en la capilla de palacio de Madrid y asisten también los reyes. El encargado de! sermón fúnebre es el P. José de Madrid, estando todo «muy honesto y con grande lucimiento» ( 3 1 ). Sin embargo de eso,^2os años después predica en palacio otro sermón; quizás sus palabras fueron mal interpretadas, y pocos días después era (26) V A , f. 6v ( 27 ) Ibid., f. n r. ( 28 ) Archivo del Palacio N. de Madrid.—Personal.—Cargos.—M- 3 . ( 29 ) A. y B a e n a , o . c ., t. III, Madrid, , 179 o, pp. 50 - 52 . ( 30 ) P. M. d e Jaén ', O. F. M. Cap., Instrucción útilísima y fácil para confesor. Madrid, 1820 , p. 257 . ( 31 ) Noticias de Madrid de 1665 a 1684 (B. N. Ms. 2024 , f. 561 ). Dicho sermón entonces predicado, se imprimió con el título: La Aguila imperial... Epicedio sa­ cro, etc., Madrid, 1676 ,

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