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386 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA del asunto y muy doctrinal» ( 20 ). Prueba por otra parte de su celo es el hecho de que la primera esposa de Carlos II y asimismo este mo­ narca quisiesen ser auxiliados en su última hora precisamente por él y por su compañero y paisano el P. José de Madrid ( 2 1 ). Y testimonio de la elocuencia de ambos y de la fama de excelentes predicadores que teman, fué que uno y otro fueron encargados de predicar las honras del último de los Austrias: el P. Bernardi.no, por la Villa de Madrid en Sto. Domingo el Resl, y luego en las Trinitarias Calzadas, y el P. José, en el Real Convento de la Encarnación ( 2 2 ). Son esos les únicos sermones que de él se nos han conservado y que predicó cuando contaba nada menos que sesenta años de hábito. Al cumplir ios setenta y cinco, en ocasión en que el P. General, Miguel Angel de Ragusa, hacía su entrada en el convento de La Paciencia de Madrid, en medio de toda la Grandeza española, presidida por el Mar­ qués de Priego, el P. Bernardino entraba en agonía y fallecía a las doce y tres cuartos de hora de la noche del 22 al 23 de julio de 1 7 1 5 , te­ niendo lugar su entierro el 23 , a las seis de la tarde,concurriendo a él toda la grandeza «por convite del Marqués de Priego», quequiso en aquella ocasión demostrar al P. General el aprecio en que se tenía a los Capuchinos ( 2 3 ). 4 . Le adelantó en rendir tributo a la muerte v le aventajó sin duda alguna como predicador, el P. José de Madrid. Creemos fué este Padre el mejor predicador entre los Capuchinos de su tiempo y uno de los más aventajados de la corte. Fué un hombre completo: por su saber, por su virtud, por su elocuencia. Desempeñó el oficio de Lector de Filosofía y Teología y asimismo el de Examinador para ordenandos y confesores, y por su ciencia le hi­ cieron Teólogo y Examinador de la Nunciatura, como se suele firmar casi siempre en sus sermones y en las aprobaciones o censuras ( 2 3 a). For lo demás: alcanzó del Capítulo general de 1667 renuncia a la voz activa y pasiva ( 24 ), y en ese propósito perduró toda su vida. El único cargo que desempeñó fué el de Vicario Provincial, pero sin ser Defini­ dor, mientras que el P. Provincial, Antonio de Trujillo, asistía al Capí­ tulo general celebrado el 18 de junio de 169 1 ( 2 5 ). Sin embargo de ( 20 ) VA, p. 57 . ( 21 ) Anguiano, o. c., p. 103 , y V irid a rio , pp. 64 - 65 . ( 22 ) VA, p. 65 .—Cfr. supra, p. 268 . ( 23 ) VA, pp. 141 - 142 . ( 23 a) Bien demostró su ciencia teológica en las numerosas consultas que se le hicieron. El P. Torrecilla, Alegatos, apologías, etc., t. III, Madrid, 1697 , pp. 391 - 96 y 399 - 400 , trae dos suyas. ( 24 ) VA, f. 5 r. ( 25 ) ED , p. 102 .

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