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RELIGIOSOS INSIGNES 369 guíese adelante. Por fin, y sin duda alguna después de la celebración del Capítulo General, el 1 de junio de 1 6 x 8 , regresaba a Madrid ( 37 ). Pero ? los pocos días fallecía en la corte «con grande aprobación de su santa y religiosa vida, y hay de él muchas memorias en la Pro­ vincia de Castilla por haber sido su santidad no vulgar en todo gé­ nero de virtudes» ( 38 ). El P. Juan de Monzón recogió de labios de los que le conocieron y trataron muy en la intimidad, los datos de su vida y los encomios de sus muchas virtudes. Y, al trazar su biografía, hace resaltar su vida interior de trato continuo con Dios y el amor a la oración; su hu­ mildad aun en medio de los muchos cargos que desempeñó; su castidad en palabras y sentidos; su mortificación en todo y su peni­ tencia, hasta el pumo de que nunca usó sandalias; y finalmente su amor a la pobreza, siendo, según un testigo presencial, «no sólo po­ bre en una cosa, sino generalmente en todas: en la comida, en el vestido, en la celda, en la cama y en todo lo demás que tocaba a su persona y a todo el convento, así súbdito como cuando Prelado; abo­ rrecía cualquiera diligencia que se ponía en aderezar la comida y guisarla con alguna curiosidad, pareciéndole tiempo perdido y muy aje­ no de lo que conviene a religiosos» ( 39 ). Falleció en el convento de San Antonio, en la festividad de las Lla­ gas de S. Francisco, 17 de septiembre de 16 18 , en gran opinión de santidad, que Dios manifestó luego, pues a los quince años de su muerte, en ocasión en que los religioss entraron en la bóveda donde estaba enterrado para sacar el cuerpo del conde de Peñaranda, que allí había recibido también sepultura, encontraron el cuerpo del P. Juan entero e incorrupto, sin mudanza alguna ni aun siquiera mal olor ( 40 ). 4 . Como el P. Vi'ilafranca fué también paladín de la independen­ cia de Castilla el V. P. Severo de Lucena, noble e ilustre por su san­ gre y más noble aun y más ilustre por sus virtudes ( 4 1 ). Se llamó en el siglo Martín Tobar Fernández. No sabemos las cir­ cunstancias especiales que le movieron a tomar el hábito capuchino, que recibió el 5 de noviembre de 159 2 en el convento de Barcelona. Tres años después de su profesión, y cuando aun era Corista, fué destinado por los Superiores para llevar a cabo la fundación de Va- (37) Ibid., p. 4 8 — A. d e G ra n a d a , ms. c., pp. 4 3 -4 6 . (38) A . d e G r a n a d a , ibid .— A lic a n t e , m s. c., p. 640. (39) M o n zó n , m s. c., p . 335. (4 0 ) Ibid., p. 339. (41) Cfr. M o n z ó n , ms. c., p. 348. La vida del P. Lucen¡a ladescribe este cro­ nista en las pp. 3 4 8 -3 5 0 , o mejor dicho, copia al piede laletra, como élmismo dice, el Epitome de su vida impreso por D. Sebastián de Tobar. Véase también su biografía en: Crónicas Capuchinas, Parte cuarta, pp. 6 7 0 -6 7 2 . — Biografía hispcmo- capvxhina, que copia al pie de la letra las Crónicas.— V a le n c in a , o. c., I, pp. 23 8 -2 6 5 .

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