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EN PRO DE LA IGLESIA, DE LA ORDEN Y DE LA PATRIA 3 5 7 pañándoles con gran lujo de carruajes y libreas en sus visitas a los reyes y honrándose con poder besarles la mano, etc. ( 2 7 ). Elios fueron, por último, los que de modo particular sostuvieron ante la corte si prestigio del hábito capuchino por medio de sus pre dicadores y asimismo, durante medio siglo, por medio de sus diplo máticos que fueron a la vez confesores de reyes. 4 . En efecto: no podíamos pasar en silencio este aspecto de los servicios prestados a la Patria, aunque desde luego confesamos que en general estuvieron siempre apartados de la política. Sin embargo, forzo so es dedicar nuestros elogios al que, según el P. Torrecilla, «fué el móvil de las monarquías de España y Alemania: el polo en quien cargaron los negocios de más peso de aquella era, como lo sabe toda Europa», el P. Diego de Quiroga ( 28 ). De él podemos afirmar que desde que fué designado por confesor de la Infanta D.a María de Austria, más tarde reina de Hungría y esposa del rey primero y luego emperador Fernando III, hasta su muerte, el 10 de octubre de 1649 , vivió enteramente consagrado a buscar el bien y engrandecimiento de España y de la Casa de Austria. Consignemos sólo algunos hechos. Cuando en 1632 se traía de romper definitivamente con Francia y formar una Liga Católica,' entra el P. Qui roga a tomar parte de la junta ( 29 ); busca el modo de atraerse las simpatías de los príncipes y generales alemanes; va frecuentemente a Moravia y a Alemania; remite importantes noticias de Hungría y de Polonia al Consejo de Estado; busca el modo de que se envíen soco rros contra los protestantes holandeses; propone los medios para que los príncipes de allí lleguen a'unirse, etc. Sus cartas son tenidas muy en consideración por el Consejo de Estado y, sobre todo, por el Conde- Duque de Olivares, que llega a decir: «A Fr. Diego de Quiroga tengo por persona de tan buenas partes y prendas», que se debe «aprobar todo lo que hace y dispone», y añade, hablando de cierto negocio secreto: «Se debía proponer a Quiroga para que corriera con él con fidentemente por ser la persona que tenemos en la corte del empera dor firme» ( 30 ). La lectura de los muchos documentos que sobre eso se conservan, lleva a la conclusión de que se tema en él tanta y más confianza que ( 27 ) Cfr. sobre todo ello el interesante estudio de! P. M e lc h o r d e P o b la d u ra , Los Generales de la Orden Capuchinc Grcrdes de España de Primera Clase, en Colleclanea Franciscana, X I II ( 1943 ), pp. 253 - 312 . ( 28 ) T o r r e c i l la , Apologema, p. 296 .—Cfr. nuestro artículo El P. Diego de Ouiroga diplomático y confesor de reyes ( 1574 - 1649 ), en Estudios Franciscanos, 50 (1949), PP- 71 - 100 . ( 29 ) Archivo de Simancas.—Estado. Leg. 2 . 333 , Consejo de Estado del 23 de enero de 1632 . ( 30 ) Ibid. Consejo de Estado del 17 de diciembre de 1632 .
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