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EN PRO DE LA IGLESIA, DE LA ORDEN Y DE LA PATRIA 351 rebate lys proposiciones condenadas por Alejandro VIII y también las contenidas en la famosa declaración del clero galicano. Tustamente por esas mismas fechas Molinos publicaba su no menos famosa Guía espiritual, que dió a la imprenta en 16 7 5 . Poco después comenzaba a combatir sus doctrinas el P. Félix de Alamín, que ya años atrás, desde 1668 , había impugnado sus enseñanzas ( 4 ). Y no contento con eso, después que Inocencio XI condenaba la mencionada Guía es­ piritual, el 20 de noviembre de 1688 , publicaba en dos tomos su obra Falacias del demonio (Madrid, 1693 - 1694 ), obra que, como él mismo dice, «preserva contra los errores de Molinos» y «declara cuál sea el camino recto de la virtud y perfección», según reza la portada. Ade­ más: contra Molinos escribió expresamente su otra obra Espejo de verdadera y falsa contemplación, impresa en Madrid en 1695 , aunque por desgracia fué prohibida en 1704 , no porque hubiese caído en el extremo opuesto, como suele suceder en estos casos, sino por parecer contraria a la Sda. Escritura y Santos Padres. Por su parte el P. Fuentelapeña frecuentemente en su obra Escuela de la verdad habla de las enseñanzas y doctrinas de Molinos (pp. 93 - 94 , 336 . etc.), refutando su modo de pensar, como asimismo hizo el P. To­ rrecilla en el tomo segundo de Ccnsultas> apologías, etc. ( 5 ), donde se confutan «las más principales proposiciones del impío heresiarca Mo­ linos con las censuras teológicas que las competen y explicación de éstas». Además: así como muchos Capuchinos castellanos fueron distingui­ dos con el título de Predicador de S. M., otros muchos lo fueron tam­ bién con el no menos honroso de Calificador de la Santa Inquisición, bien de la Suprema o de otros Tribunales residentes en distintas ciuda­ des. Tales fueron los PP. Alejandro de Valencia, Basilio de Zamora, Leandro de Murcia, Gregorio de Guadalupe, Bernardino de Quiroga, Félix de Bustillo, Martín de Torrecilla, Sebastián de Viliarreal, Manuel de Madrid, etc., los cuales fueron todos Calificadores de la Suprema Inquisición. Su cometido era vigilar si las obras que salían a luz mere­ cían alguna censura teológica por la que debiesen ser delatadas a la Inquisición, y por otra parte, cuando alguna obra era denunciada a dicho Tribunal, por contener proposiciones heréticas, erróneas o sospechosas, debían examinarla y exponer su parecer en los consejos o reuniones que con esa finalidad se tenían. A esos nombres debemos añadir el del P. Antonio de La Puebla, que, además de Calificador de la Suprema, era también Revisor de las ^ Crí. Obras del A/íístico Dcctor S. Jucun de la Cruz. Edición crítica por el P. G e r a r d o d e S Juan d e l a C r u z , C . D., t. I, Toledo, 1912 , pp. 64 - 65 . ( 5 ) Esta obra se publicó la primera vez en Madrid en 1694 , y la segunda, añadida, en 1702 .

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