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CAPITULO VII A po sto lado d e la P r ed ic a c ió n i . Su importancia .— 2 . Predicadores y M isioneros .— 3 . Clases de pre­ dicación .— 4 . Congregaciones y devociones .— 5 . Devocionarios.— 6. Predicadores más célebres. — 7 . Predicadores de reyes. 1. Nos atreveríamos a afirmar que, si los Capuchinos en general y muy particularmente los españoles, han tenido ante la Iglesia alguna personalidad, fué debido, más que a otra cosa, al apostolado de la pre­ dicación, ío mismo entre fieles que entre infieles. No quiere esto decir que en otros campos y actividades no haya tenido la Orden hombres eminentes y figuras relevantes, pero creemos que ahí, en la predica­ ción, ha estado su gloria principal y más genuina. Vamos a concretar ahora nuestro pensamiento a la predicación en­ tre el pueblo fiel. No necesitamos demostrar, por sabido, que fué ése preferentemente el apostolado ejercido por los Capuchinos ya desde los primeros días de la reforma; el que asimismo ejercitaron después los Capuchinos españoles, como confiesa llanamente el mismo P. Fran­ cisco de Sosa en el memorial que presentó a Felipe III para que los Ca­ puchinos nc fundasen en Castilla (1); el que también reconocía el P. Juan de Santa María, cuando afirmaba en 1615: «Ejercitándose mu­ cho en las predicaciones y muy poco o nada en las confesiones» (2). Esa era, por otra parte, la única actividad por ellos desarrollada, según acusación de los Observantes y Descalzos, hecha al querer fundar el convento de Cubas (1619) y más tarde el de Valladolid (1631) (3). Desde luego tenemos que confesar que la predicación, si no ex­ clusiva, fué al menos en Castilla principalísima ocupación de los Padres ( 1 ) Cfr. Tratados del Illustrissimo y Reverendissimo señor Don Fr. F r a n c is c o d e S o s a , hijo de la santa Prouincia de Santiago, y del convento de S. Francisco de Salamanca , General de toda la Orden, Obispo de Canarias, Osma y Segovia, etc., Salam anca, 1623, pp. 2 88 ss. (2) Juan d e S a n ta M a r ía , Chrómca de la Provincia de S. Joseph de los Des­ calzos, t. I, M ad rid , 1615, p. 25. (3) Ctr. M o n z ó n , Erario divino, m s. c ., f. 35.

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