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constar de varios tomos, y justamente este primero lo dedicaba por entero a la oración en sus diversos grados. En ella sigue un término medio entre los escritores ascético-místicos de su tiempo, pues mien­ tras unos, «no permitiendo a las almas se dispongan a la contempla­ ción», las tenían «arrastradas en una continua meditación», otros po­ nían «las almas todas desde sus principios en [la oración de fe, que es tanto como querer que sin plumas vuelen o que, precipitados, den miserablemente en una ociosidad que les conduzca sin remedio a una perpetua ilusión». El en cambio dirige sus esfuerzos «a quitar a las . almas los tropiezos que se encuentran en algunos autores y a enseñar a los principiantes los medios verdaderos con que debe procurarse la cristiana perfección» (35). Es obra escrita en diálogo, de no tan buen estilo como la primera, y la que por desgracia no terminó por haber fallecido su autor, según parece, al siguiente año de haberse publicado (36). Contemporáneo del P. Fuentelapeña fué el mejor de los Capuchi­ nos castellanos que escribieron sobre ascética y mística, el P. Isidro de León. De él no conocemos, sin embargo, dato alguno, ni siquiera cuándo haya nacido o vestido el hábito. Sin embargo, es suficiente su obra para saber lo que fué: un religioso muy espiritual y «autor muy docto y experimentado», al decir del P. Manuel de Jaén, quien añade: «Si quieres hallar el complemento de las tres vías del espíritu con todos los grados de oración y con extensión de lo infuso, busca los, ties tomos de a cuartilla del P. Fr. Isidro de León, Capuchino, Místico rielo, que fué hombre muy ilustrado y parece recogió cuanto es ima­ ginable de oración» (37). «Autor— añade el P. Fuentelapeña—verda­ deramente digno de la mayor estimación por la gran comprensión, claridad y acierto con que escribió toda la vida espiritual, desde los más bajos rudimentos de los principiantes hasta las contemplaciones más altas de les perfectos» (38). Su obra es un sólido tratado de los grados de la vida espiritual, un tratado sistemático de teología mística, romo hombre que conocía bien a fondo la materia no sólo por el estudio sino por experiencia, en sí mismo y en las personas que dirigía. En ella expone la doctrina y la práctica de las tres vías: purgativa, __________________ ESPIRITU ALIDAD EN LA PROVINCIA 3 ¿ 5 perfección, los medios verdaderos que han de escoger y los engañosos que han de dexar, para llegar felizmente a conseguir. Tratado primero de la oración mental. M adrid, 17 0 1. (3 5 ) Ibid., prólogo. (36) C fr. nuestro Necrologio, o. c., p. 295. (37) M a n u e l d e Jaén, O . F . M . C ap., Remedio universal de la perdición del murvlo, M a d rid , 1783, pp. 68 y 205. (38) A . d e F u e n te la p e ñ a , Escuela de la verdad, p. 165. L e dedica también estas palabras a continuación: «Perm ítase a mi cariño y obligación este elogio por debido, a quien me acompañó algunos años, a quien en mi compañía acabó y es­ tampó sus libros, y a quien tuvo por consuelo fuese mi nombre en su aprobación.»

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