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ESPIRITU ALIDAD EN LA PROVINCIA 319 tienen los particulares según su devoción especial», cómo dirá muy acertadamente el P. Isidro de León, añadiendo: «Y he conocido un religioso lego, bien ocupado en cierta oficina, que, cumpliendo con ella muy puntualmente, sacaba once horas de tiempo entre el día y la noche para Vacar a la oración; y otros más desocupados por su vejez y no estar ya para el trabajo corporal, casi todo el día y también la noche, no salían del coro o iglesia, empleados y extáticos en este santo ejercicio. También otros, así coristas como ya sacerdotes, ocupados en estudios y otros ministerios, además de la ocupación de los oficios divinos, que son bien largos, no les parece mucho gastar de ordinario seis o siete horas en el mismo ejercicio de la oración» (7). Y prueba clarividente de que así era, de que el espíritu de oración fué uno de los distintivos de su espiritualidad, la tenemos en los es critores ascético-místicos de aquel siglo, pertenecientes a la Provincia de Castilla. En su mayoría escribieron sendos tratados sobre la ora ción o contemplación o sobre sus distintos grados. Citaremos por aho ra solamente los nombres de los principales: PP. Félix de Alamín, José de Nájera, Gaspar de Viana, Antonio de Fuentelapeña, Isidro de León y Agustín de Zamora. Otra fuente de esa espiritualidad fué la frecuencia de los Sacramen tos. Ya sabemos la disciplina que en general seguía entonces la Iglesia, sobre la Comunión frecuente o diaria. A tenor de ella las Constitucio nes capuchinas ordenaban la Comunión dos veces por semana, pero con eso no se prohibía en modo alguno comulgar los restantes días, sino que se podía hacer «con tal que pida y obtenga ¡licencia para ello de los Superiores, y, fuera de lo que se ordena en la Constitución, es costumbre antigua e n la Provincia el que se comulgue en todas las festividades de precepto así de la Iglesia como de la Religión y Obis pado y los días de Santos dobles mayores, con las de ios seis Docto res y otros santos de vidas particulares... Asimismo es estilo de la Provincia el comulgar los sábados por devoción de nuestra Señora, y en la Cuaresma se comulga los miércoles, viernes, sábados y do mingos» (8). Por otra parte, los escritores ascético-místicos de entonces llegaron a aconsejar hasta con apremio no sólo la Comunión frecuente sino diaria. Asi el P. Nájera escribía: «Que la Comunión frecuente y co tidiana sea el medio más proporcionado para conseguir la gloria y bienaventuranza eterna, si nos llegamos a ella con la debida disposi ción, es infalible», y añade: «En esta opinión quiero vivir, esto es, que la Comunión frecuente es santa y necesaria». Y termina: «La me jor disposición que podemos tener para llegar a este soberano Sacra- (7 ) I s i d r o d e L e ó n , O . F . M . C a p ., M ís tic o c ie lo , t. I,. M a d rid ^ 16 8 5 , p . 160. (8) A n o u ia w , o , c ., pp. 23-24.
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