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3 i6 LA PROVINCIA DE FF. MM . CAPUCHINOS DE CASTILLA elio se daba, lo expresaba así el jesuíta P. Sebastián González en 1635: «A mí ningún hermano me ha edificado más que ver por las calles a un capuchino, los ojos en el suelo, el capucho calado hasta la boca, pisando su misma barba» (33). También se observaba gran rigor en cuanto a las visitas de seglares, y el visitar a religiosas y sostener con ellas correspondencia estaba tan rigurosamente prohibido, que se necesitaba permiso del P. Provincial, el cual no lo daba sino para cierto número ¡de veces (34). Cerramos con broche de oro este capítulo citando las palabras de la Congregación de Propaganda Fide, la que en 1646, al encomendar a los Capuchinos españoles, y más concretamente a Castilla, la misión del Darién, testificaba los había escogido especialísimamente «porque aquella provincia, abundante en oro- pide religiosos ajenos en un todo de la avaricia de riquezas, como son los Capuchinos» (35). ( 33 ) Mem-irid histórico español, t. X I I I , carta del P. S . González al P. Rafael Pereyra, S . J. (10 de abril de 1635), p. 167-8. (34) E D , pp. 32, 34: 37, etc. (35) R . DE C esin Ía le, O. F . M . C ap., Storia delle Missioni dei Cappuccini, t. I l i , Rom a, 1873, p. 7 12 , nota 4, donde cita las palabras de la Congregación, acta del 3 de agosto de 1646.

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