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296 LA PROVINCIA DE FF. MM . CAPUCHINOS DE CASTILLA 4. Por lo demás, el noviciado comenzaba con la toma de hábito, y entonces el pretendiente cambiaba de nombre, como fué costumbre indefectible entre los Capuchinos castellanos. Y desde el momento en que se le vestía el hábito entraba «debajo de la disciplina y enseñanza de su Maestro, a quien debe tener en lugar de su madre, comunicán­ dole con gran confianza hasta el más minímo secreto de su corazón, cuánto y más las tentaciones y sugestiones del demonio, pues puede estar cierto, que no hay madre tan amante de su hijo, como él lo es de sus novicios» (7). El cargo de Maestro de novicios estuvo unido casi siempre al de Guardián, lo mismo antes de la división de la Provincia (1625), que después, hasta 1642; a partir de ese año esos cargos son desempeñados muy acertadamente por Padres distintos (8). Los novicios, así coristas como hermanos legos, estaban en un todo sujetos al P. Maestro, quien cuidaba de su instrucción, educación y for­ mación espiritual. De ahí la importancia que siempre se dió a ese cargo, exigiendo de quien lo desempeñaba «prudencia, discreción y virtud», puesto que había de formarlos por medio de pláticas diarias, tomándoles la culpa, exigiéndoles la más rigurosa observancia de lo mandado y aun que «le den cuenta de su espíritu y de las demás cosas de su obligación» (9). El P. Maestro debía ser para sus novicios una verda­ dera madre espiritual, y por .su parte éstos no debían visitar ni menos frecuentar las celdas de ios otros, pero sí habían de procurar ir con asiduidad a la celda del Maestro para darle cuenta de sus tentaciones, dificultades, etc. Para llevar a cabo esa formación espiritual, el Maestro no sólo debía enseñarles el modo de rezar el Oficio divino, las rúbricas del Breviario, explicarles la Regla, etc., sino que estaba obligado a tener diariamente una plática sobre asuntos espirituales (10). A ellas asistían también los novicios legos, pero éstos estaban además bajo de la dependencia y a jas (B. de la Academ ia de la Historia.— Papeles de Jesuítas, t. 58, p. 194). Aunque se ha juntado este tomo a la colección «Papeles de Jesuítas», perteneció, como otros varios de la mencionada colección, a la «Librería de Capuchinos del Prado de M adrid», según se lee en la portada de letra del P. Francisco de A jofrín, y form a­ ba el tomo 23 ds «Papeles varios». Casi las mismas preguntas y el mismo método de información se seguía en la Provincia de N avarta, como puede verse en un ms. anónimo (quizás del P. D iego de Pamplona), conservado en el Archivo Provincial («Varia». 1820). Ejemplos prácticos de esas Informaciones hemos encontrado varios, desde 1694 en adelant en la Biblioteca Universitaria de Salamanca.— M ss. «Papeles varios», t. 29, núms. 1-12 . (7) A n g u ia n o , o. c., p. 3. (8) Vide supra, p. 110 .— C fr. F.D, o. c., p. 13 ss. (9) A n g u ia n o o. c., p. 15. (10) Ibíd.

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