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LOS CAPUCHINOS Y SU ESTABLECIMIENTO EN ESPAÑA 7 4T nes de la flota papal en aquella gloriosa jornada. Precisamente uno de ellos era el P. Juan A larcón de Tordesillas, a quien una relación llama «hom bre de muy ejemplar vida y de valeroso cora zón », que no sólo se contentó con animar a los soldados, llevando el C rucifijo pen diente de una alabarda, sino que, al embestir la galera en que iba, a la contraria, fué el prim ero que saltó a ella ( 17 ). Fué óin duda entonces cuando el Marqués de Santa C ruz sintió deseos de tener en sus estados y posesiones a los Capu ch inos; los pi d ió encarecidamente al P. V icario General y con toda seguridad que, en una de aquellas sus venidas a España, con sigo los trajo para que llevasen a cabo su proyecto de fundación. D eb ió suceder esto en 1 5 7 5 , a más tardar. D esde luego sabemos que por esas fechas vinieron por lo menos dos religiosos, y por cierto españoles; pero Felipe II se negó a admi tirlos. Así lo consigna el P. Angel de M as, uno de los Descalzos espa ñoles, que pasó a Italia para abrazar la reforma capuchina. Escribiendo desde Génova a 24 de agosto de 15 76 , dice que la noticia de que los Concelleres de Barcelona habían escrito al P. General sobre la fun dación de un convento en Barcelona, la había sabido también por dos Padres españoles que «vingueren després con les galeres de Spayna, y me digueren lo mateix, y un dells escrigué al pare nostro General de dit n e g o ci». Añadiendo que difícilmente se conseguiría: «L a causa es ésta: perqué lo any pasat lo Marqués de santa Cruz, capitá general de les galeres de Napols, y altres senyors de Castella pregaren al pare nostro General quels donas frates capuchins perqué eils volien fer alcuns monastirs en ses terres propies, y lo Rnt. Pare General enviá aquelis dos pares espagnols juntament ab lo Marqués que anava á Spagna, y essentse los dos pares presentáis al rey, ell les respongué que ell amaba ia nostra religió, más que no convenía que nosaltres prenguesen m o nastirs en Spayna essenthi los descalsos, tots de un mateix habit y professió, mas solament diferents en los prelats» ( 18 ). (17 ) T cd o s los escritores, al referir la vida del P. Juan Alarcón, reproducen cuanto dice el P. M iguel de Valladolid, en sus tantas veces citada Crónica m anus crita, ff. 7 1 ss. A sí ío hace F . C a la s a n z d e L le v a n e r a s (Card. V ives y Tutó) en Biografíe hispano-capuchina, Barcelona, 18 9 1, p. 1 7 1 ss., y el P. F é lix de Pre m ié, O. F . M . Cap. en su Libro de las cosas memorables de los PP. Capuchinos de la Madre de Dios de Cataluña, y particularmente de este nuestro convenio de Arenys de Mar, M s. del Archivo Provincial de los Capuchinos de Cataluña, pp. 1 1 1 - 1 1 8 , como asimismo lo reproduce luego en la historia de los otros conventos de la men cionada Provincia Capuchina. E se hecho sucedido en Lepante, referido también por el P. Valladolid, lo toma a su vez fielmente de la obra de Jerón im o d e T o r r e s y A g u ile r a , Chronica, y Re copilación de varios succesos de guerra que ha acontecido en Italia y partes de Leuante y Berbería desde que el tinco Salim rompió con Venecianos y fue sobre la Isla de Chipre año de M.D.LXX..., Zaragoza, M .D .L X X IX , cap: 16 , fol. 75 ss. (18) A m b ro sio d e S a ld e s , O F . M . C ap., Establecimiento de los Capuchinos
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