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CA P ITU LO PR IM ERO M o r a d a d e l o s r e l ig io s o s i . Conventos. Modo de edificarlos. —2. Iglesias. Adornos. —3. Huer­ ta. —4. Biblioteca. —5. Calentador. —6. Enfermería. 1. Los antiguos Capuchinos llevaron como norma, aunque no del todo fija, para edificar los conventos, la señalada por las Constituciones: «Para que los seglares puedan servirse de nosotros en las cosas espi­ rituales y nosotros de eílos en las temporales, ordenamos que nuestros conventos no se tomen muy lejos de las ciudades, villas o lugares, ni tampoco tan cerca, que por la mucha frecuencia de la gente padezca­ mos detrimento; basta que regularmente estén distantes una pequeña milla, poco más o menos, queriendo antes, a ejemplo! de los Santos Pa­ dres, principalmente del nuestro, habitar en los lugares solitarios y desiertos, que en las deleitosas ciudades» (1). No con otra finalidad se hacía sino para atender mejor de esa manera a la propia santificación, y al mismo tiempo prepararse debi­ damente para la predicación, apostolado al que con preferencia y casi exclusivamente se dedicaron hasta mediados del siglo XVII los Ca­ puchinos. Esa norma se observó invariablemente con los conventos castella­ nos edificados en el primer tercio de ese siglo, tales como los de El Pardo, Toledo, Alcalá, etc.; la única excepción fué el de San Antonio del Prado, aunque, a decir verdad, venía a estar entonces casi a las afueras de Madrid. Pero a medida que avanza el siglo y los Capuchinos van dedicán­ dose también y más de lleno al apostolado del confesonario, los con­ ventos se edifican más próximos a los pueblos y aun en el casco de las ciudades. Así sucede con el de La Paciencia, de Madrid; con el que podíamos llamar tercer convento de Alcalá; con el de Toledo, al cam- <¡i) Constituciones de los Frayles Menores Capuchinos de San Francisco, aprobadas, y confirmadas por nuestro Muy Santo Padre el Papa Urbano VIII. Traducidas de lengua italiana en castellano, Madrid, 1644, pp. 29-30.

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