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M u e v a s m i s i o n e s e n t r i - i n f i e l e s , 2 2 9 quedaban: PP. Francisco de La Mota, Vice-Prefecto, Angel de Gua- ti ate, Buenaventura de Maluenda y Angel de Fuentelapeña, seguían en la misión y seguían trabajando, pero desorientados, sin saber a qué atenerse, careciendo de noticias y ordenes concretas, y por otra parte sufriendo contradicciones y persecuciones, como claramente lo dice el mencionado P. La Mota en carta al Provincial de Castilla (Cacheo, 24 de abril de 1686). En ella acusa a los portugueses y malos cristianos de las persecuciones que los misioneros experimentan por oponerse a los abusos en e] trato de los negros esclavos y asimismo a sus deprava­ das costumbres. Los ministerios apostólicos de los misioneros se reducían, entre los ya cristianos, a administrar los Sacramentos y bautizar a los moribundos, «trabajando en la enseñanza de la juventud y en quitar gravísimas ignorancias, pues a los adultos con el uso envejecido, apenas se les puede hacer capaces de los primeros rudimentos de la fe... En la reducción de los gentiles se trabaja igualmente y para poderlos en­ señar y predicar con más eficacia hemos aprendido la lengua (33), y ahora nuevamente hemos hallado entrada en el reino llamado Safi, cuyos naturales están prontos para recibir la fe... Ya se halla en él el P. Angel de Guarrate, y con disposición de'hacer iglesia para comenzar a catequizarlos, y, si esto se consigue, podemos esperar que con su ejemplo se reduzcan ocho reinos comarcanos, todos pertenecientes a la misma isla de Bisao, y sujetos a su rey grande, en la cual isla, que es donde está nuestro hospicio, me dicen que habrá setenta y aun ochenta mil almas»... Añade que de todo ha dado cuenta al Rey y al Nuncio de Portugal, y que éste había dado por contestación no se abandonase en manera alguna la misión. Termina despidiéndose «hasta que nos veamos en la gloria, que ya los días pasados estuvieron bien cerca de guiarnos a ella los gentiles, mas yo en especial no la merecía, sí sólo padecer muchas injurias y empellones y arrastrarnos de las barbas. Algún fruto se saca ya» (34). Se presentaron nuevos memoriales al Rey, al Nuncio de Portugal, al Obispo de Cabo Verde; pero, en vista de que no se ponía remedio alguno ni se ayudaba a los misioneros, recibieron orden de los Supe­ riores de Castilla de volverse a la Provincia, como lo hicieron a prin­ cipios de 1688 (35). Así terminó esta misión, que hubiera sido de excelentes resultados a no haber encontrado los misioneros Capuchinos la resistencia y opo­ sición de quienes más debían haberlos favorecido, los portugueses. (33) Sobre esto dice el P. TVujillo en el tercero de sus memoriales, hablando de Sierra Leona, «de la cual tenemos práctica y manuscrita la lengua de sus natu­ rales, que es punto muy esencial en el progreso de las almas» (Ms. c., f. 254 V.). (34) Dicha carta se halla en Vida del Capuchino español, p. 276 ss., aunque no en su totalidad; al pie de la letra y con algunas variantes puede verse en el ms. c., ff. 259-260. (35) Ms. c., f. 2óor.

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