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La PROVINCIA DE FF. KM. CAPUCHINOS DE CASTILLA aquellas tierras, por ser castellanos. De ahí que, resultándoles poco menos que imposible su permanencia allí, y habiendo el Obispo de Cabo Verde solicitado, hacia 1681, que los misioneros pasasen a dichas islas a predicar, ío mismo que en la región de Cacheo, enteramente habitada por gentiles, asi lo hizo el P. Trujillo con algunos compañeros, mien­ tras los otros esperaban acontecimientos en Sierra Leona. Durante trece meses predicaron «con grandísimo fruto y satisfacción del pueblo y del Obispo». Animados con estos éxitos, determinaron escribir a Lisboa, pidiendo autorización para establecerse allí, ya que las islas de Cabo Verde estaban sujetas a la corona de Portugal. Pero el Príncipe Regente se negó a ello, alegando que los misioneros «eran castellanos y enviados por la Sagrada Congregación en perjuicio de las razones y jus de aquel reino». En vista de tal negativa, el propio Prefecto se dirigió a Lisboa para gestionar de nuevo dicha autorización (21). Juntamente con él debió regresar Fr. Cipriano de Madrid, vuelto a Castilla en 1683 y que falleció al año siguiente (22). 3. Llegado el P. Trujillo a Lisboa, presentó al Príncipe Regente un memoria] en el que rechaza las acusaciones lanzadas contra los mi­ sioneros, diciendo que desde 1646 en que fueron los primeros Capu­ chinos a Guinea, jamás por jamás se habían inmiscuido en cuestiones políticas, sino que únicamente habían atendido a la conversión de las almas. Y en cuanto a las acusaciones contra él, de que en el siglo había seguido ia carrera militar (23) y que podía presentarse, siendo lobo, con piel de oveja, dice que no hay inconveniente en que él se retire con tal de que sigan los otros misioneros (24). Lo mismo repitió en un segundo memorial, en el que hace relación ( 21 ) Cfr. Acta de la Sda. Congregación del 5 de abril de 1683 , citada por C esin ale, o. c., p. 513 , nota. ( 22 ) Fr. Cipriano de Madrid, Lego, había nacido en 1622 y recibido el há­ bito en Salamnca el 26 de septiembre de 1640 . Era de «espíritu tan atentado y fervoroso, que gastó muchos años ayudando en cuanto pudo a la conversión de las aimas». Estuvo en Arda, Cumaná y Caracas; luego pasó a Sierra Leona, y al verse tan lleno de años y de achaques, regresó a la Provincia en 1683 , falleciendo al siguiente año en Madrid con gran edificación de todos (A n g u ia k o , Ms. 18 . 178 , f. 264 V.). ( 23 ) En más de una ocasión confiesa el P. Trujillo que efectivamente había sido militar. Y el P. Anguiano (Ms. 18 . 178 , f. 247 V.) nos dice q u e f u é Capitán de Caballería antes de entrar en la Orden, y refiere que en la batalla de Yelves hizo prisionero a un cabo principal portugués, el cual entró en los Franciscanos más tarde, y con e! que se encontró justamente en esta ocasión al estar en Lisboa. T od o ello motivó el que fuesen entonces muchos a visitarle y conocerle, pero también el que se hiciese por eso mismo un tanto sospechoso. ( 24 ) Cfr. dicho memorial en el P. Anguiano, Ms. 18 . 178 , ff. 247 V.- 249 V. Tam ­ bién envió otro memorial a Roma (Cfr. C esin ale, o. c., p. 513 , nota 1 ). Ese me­ morial, así como los otros dos, se los prestó el P. Trujillo al P. Anguiano, quien los copia al pie de la letra en su interesante manuscrito.

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