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206 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA Pero el P. Fuentelapeña, aparte de otros méritos, tiene uno muy singular en este camino de progreso y florecimiento que en Castilla se nota estos años. Sus antecesores habían promovido con su protección aquel movimiento científico y literario que se manifestó en la publi­ cación de obras; habían también dado sabias ordenaciones para orga­ nizar mejor los estudios; él tuvo la gloria de haber organizado y dado impulso a las misiones populares. La predicación que hasta entonces tenía lugar por medio de panegíricos o sermones morales, sobre todo en tiempo de adviento y cuaresma, adquirió, gracias a él, ese matiz que no sabemos hubiese tenido antes, destinando para ello a religiosos de­ terminados, y señalando convento que fuese a modo de centro misional, el de Valladolid. Así el 17 de abril de 1674 enviaba la obediencia al P. Angel de Madrid, residente en dicho convento, para que con el P. Antonio de Trujillo saliese a hacer misión en los lugares que le pareciese de Castilla la Vieja, y que en esto se ocupasen hasta fin de junio de este año, y después se volviesen a dicho convento (41). * Con esa sencilla determinación hizo que el convento de Valladolid fuese desde entonces centro misional de dcnde partían periódicamente tandas de misioneros capuchinos castellanos para emplearse durante varios meses seguidos en la predicación de misiones populares, lo mismo en Casulla, que en León, Galicia y Asturias, como luego veremos más ampliamente. Ya hemos hecho notar los méritos del Hno. Fr. Diego de Madrid, que trazó los planos y dirigió la fábrica de la capilla de San Isidro en la iglesia de San Andrés. Su sucesor en esas obras, quizás desde 1663, fué otro Hermano Lego, Fr. Lucas de Guadalajara (42), quien ahora, en mayo de 1674, y durante el gobierno del P. Fuentelapeña, obtiene licencia de los Superiores de la Provincia para asistir asimismo «a la obra de la Puente de Toledo, a instancias del Sr. Presidente de Castilla» (43). Con ello la honra del hábito adquiría nuevos créditos en la Corte. 7. El P. Fuentelapeña tuvo un digno sucesor en el gobierno de la Provincia, el P. Martín de Torrecilla, otra gloria de Castilla y de los Capuchinos españoles, elegido en el Capítulo del 17 de mayo de 1675. De él nos ocuparemos con mayor detención en otra parte de esta historia. Su provincialato fué a la verdad próspero en acontecimientos, que nos ponen de manifiesto su actividad lo mismo que la amplitud de su criterio. Así fué sumamente fácil en conceder licencias para confesar ( 41 ) Ibid. ( 42 ) Z. VlLLADA, O. C., p. 44 . ( 43 ) VA, ms. c., f. 14 V.

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