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VIDA DE LA PROVINCIA DESDE IÓ57 A l6 ?S 205 confiesan, y, al que se hallare faltar a esto, se le quite el confesonario». Y para que constase mejor de la idoneidad de los confesores y asimismo de los que iban a ser promovidos a Ordenes, debían ser todos ellos examinados por tres Padres señalados por la Definición. También se reguló el dar hábitos de la Orden Tercera, quitando el permiso a los religiosos particulares y dándosela a los PP. Guardianes que tuviesen autorización del P. Provincial. Finalmente: que fuera de los días de recreación, no se jugase a las damas, tablas ni otro juego (35). Debido quizás a la primera disposición sobre los estudios que hemos hecho notar como de gran transcendencia, se nota en la Provincia un gran aumento de personal. Mientras que en 1666 había un total de 314 religiosos, en 1671 arrojaba la cifra de 360, y siete años más tarde, en 1678, llegaba a contar 450 (36). Finalmente: en las postrimerías de su gobierno, en abril de 1672, fué solicitada la fundación de un convento en La Puebla de Sanabria, por el Conde de Benavente y los vecinos, entusiasmados por los ser­ mones del P. Juan de Tudela, que había predicado la cuaresma en la mencionada villa, y asimismo por la misión que en el próximo pueblo de Requejo dieron los hermanos PP. José y Alonso de Carabantes, a la que asistieron veinte mil personas (37). 6. Su sucesor fué el P. Antonio de Fuentelapeña, elegido el 13 de mayo de 1672. Sobrado conocido es el P. Fuentelapeña y de él nos hemos de ocupar más latamente. Ahora anotaremos solamente lo más saliente sucedido en Castilla durante los tres años de su gobierno. Primeramente fué rechazada la dicha fundación en La Puebla de Sanabria, en octubre de 1672, sin que sepamos las causas, con gran sentimiento de los vecinos y del párroco (38). Lo propio se hizo al año siguiente, el 25 de julio, con otra fundación ofrecida por doña Leonor de Saavedra; desconocemos el lugar y las condiciones (39). El P. Fuentelapeña era grandemente humilde, como lo demostró en su empeño en renunciar a las dignidades y cargos, y asimismo en sus obras, alguna de las cuales, E l Ente dilucidado, dió a luz siendo Provincial. Una de las ordenaciones que se dieron durante su gobierno fué que, al escribir, no se pusiese en las cartas título alguno, como Maestro, etc.; de tal modo que, si eran de fuera de la Orden, las debía romper el P. Guardián, y si de religiosos nuestros, se les casti­ garía con disciplina y pan y agua en el refectorio (40). ( 35 ) Ibid.. pp 70 - 73 - ( 36 ) POBLADURA, O. C ., p. 44 . ED , p. 64 . ( 37 ) Cfr. carta del P. Juan deTudela (6 de mayo de 1672 )en APC, 35 / 00126 . ( 38)1 Cjr. las respectivas cartas en que manifiestan astossentimientos, en APC, 35/00137 y 35 / 00138 . (39) VA, ms. c., í. I 2 v. ( 40 ) Ibid., f. 14 V,

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