BCCCAP00000000000000000000155

EXTENSION DEL APOSTOLADO A LOS INFIELES rail niños, hizo unos mil matrimonios y convirtió también algunos herejes holandeses», fundando asimismo una congregación de personas piadosas que, llevando vida muy ajustada, ayudaban al misionero en sus ministerios, le servían de intérpretes y avisaban cuando había algún enfermo para que recibiese los Sacramentos (19). Cuando el 6 de marzo de 1648 llegaba a Pinda la tercera expedición de misioneros, eran recibidos con toda solemnidad en Soño por los niños de la escuela, dirigidos por el P. Juan de Santiago, «con cuya vis­ ta— dice el P. José de Pernambuco— es excusado decir el júbilo de mi alma por haber hallado prenda tan cara de mi Provincia santa, si bien se aguó luego este gozo con la noticia de lo poco que había de durar, siendo la continua enfermedad de dicho Padre ocasión de dejar estas pobres almas que con tantas ansias ha buscado y en quien es cierto deja su corazón» (20). En el mismo navio en que fueron los misioneros se embarcó para Europa el P. Santiago el 10 de abril de 1648, y no llegó a Espáña hasta el 7 de septiembre de 1649. Durante ese año y cinco meses no estuvo ocioso; muy al contrario, ejerció un salutífero apostolado, pri­ mero en las costas africanas, sobre todo en la isla de Añobón, y luego en la propia nave que le condujo a Cartagena de Indias, pues no bajaron de quinientas las personas que murieron a bordo, a muchas de las cuales instruyó, bautizó y asimismo convirtió a la fe (21). Así terminó el P. Juan de Santiago su vida de misionero. Vivió luego en la Provincia ejercitado de sus muchos achaques, empleado v dedicado a dirigir las almas a Dios, en que trabajó hasta su muerte (22). Desempeñó durante los años i6s2 a 1655 el cargo de Vicario v Maestro de nuevos en el convento de Toro, cargo de poco brillo pero de res­ ponsabilidad y que suconía larga experiencia y elevado conocimiento de las vías de perfección (23). «Fué hombre de admirable espíritu, y con su doctrina y ejemplo encaminó a muchos a la perfección evangélica; alcanzó muy alto grado de contemplación y era casi continuo en esta enseñanza. Escribió varios tratados espirituales en lengua castellana, de los cuales sólo se ha im­ preso el Arte de bien morir. También escribió la relación de su viaje al Congo y los rudimentos de la doctrina cristiana y gramática en lengua conguesa para la educación de los del Congo. Vivió siempre como abeja solícita de la casa de Dios, juntando la acción a la contemplación y ( 19 ) Juan de Santiago, ms. c., pp. 147 , 152 , 158 ss.— T e r u e l, ms. c., p. 42 . ( 20 ) Carta del P. José de Pemambüco (Banza de Soáo, 25 de marzo de 1648 ) (B. N.— Ms. 3 .S 18 , ff. 34 - 36 ). ( 21 ) Santiago, ms. c., pp. 171 ss., donde refiere muy por extenso cuanto le sucedió desde que salió del Congo hasta que llegó a España. ( 22 ) Anguiano, Vida y virtudes del Capuchino español, el V. Siervo de Dios Fr. Francisco de Pamplona, 2 .a ed., Madrid, 1704 , p. 284 . ( 23 ) ED , pp. 43 y 46 .

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz