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188 LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA tugueses habían vuelto a reconquistar la plaza de Luanda a los holan­ deses. Como represalia por la ayuda que los del Congo habían prestado a los holandeses, quisieron hacerles la guerra. Por dos veces tiene el P. Cerdeña que dejai- las tareas de su apostolado para ir a entrevistarse, en nombre del Rey del Congo, con el gobernador de Luanda, hasta que por fin se ajustan las paces el 13 de abril de 1649 ( ió ). Y cuando marcha a San Salvador a dar cuenta ai Rey de su embajada, antesde dejar la capital muere en ella el 14 de mayo de 1649 (17). Había nacido en Nuoro (Cerdeña). Vino a hacer sus estudios a la Universidad de Salamanca y, estando en cierta ocasión a media noche enfrascado en sus libros, ai oír la campana de los Capuchinos que les llamaba a maitines, le pareció a éi también oír la voz de Dios que le invitaba a tomar el hábito; así lo efectuó el 19 de octubre de 1629. Se ordenó de sacerdote en 1639 y, por sus muchos conocimientos filo­ sóficos, teológicos y jurídicos, pronto le fué encomendado el oficiode Lector, desempeñando luegoel cargo de Guardián de Valladolid y Definidor, dejándolo todo para marchar a la misión del Congo. Se dis­ tinguió tanto por su mucha ciencia como por sus virtudes: humildad, penitencia y mortificación, sirviendo de ejemplo a todos (18). De éi pudo escribir su primer compañero en aquella misión, el P; Buena­ ventura de Sorrento: «Que más que todos había trabajado, cuya muerte fué muy santa y sentida de todos los religiosos y seglares. El Rey mos­ tró grandísimo sentimiento; cantó la misa el Vicario Capitular, y el capellán del Rey, llamado P. Reboredo, hizo el sermón» (18a). 3. Su compañero, el P. Juan de Santiago, ejerció su ministerio en Soño durante año y medio. El clima de aquel país y las enferme­ dades por él contraídas minaron de tal modo su salud, que el Prefecto decidió regresase a Europa en la primera ocasión; mientras se presen­ taba, pasó una temporada en San Salvador; mas, en vista de que sus males no encontraban alivio, se volvió a Soño en noviembre de 1646. Aquí siguió sus tareas apostólicas y sacerdotales, enseñando asimismo en las escuelas a los niños a leer y escribir; les instruía en la gramática y en la doctrina cristiana, c o n ta n to éxito, que muy pronto alcanzaron sus alumnos el número de 580. Bautizó, según propio testimonio, «nueve ( 16 ) Cfr. Arquivos de Angola, 2 .a serie, II ( 1944 ), pp. 169 , nota i*. Se repro­ ducen los artículos de paz, tomándolos de Paiva M an so, Historia do Conso, Lis­ boa, 1877 , pp. 200 - 202 . ( 17 ) Necrologioj o. c., p. 126 . Son varias las fechas señaladas de su muerte, pero la del 14 de mayo de 1649 parece la más segura. Cfr. Hilbebran'D, o. c., p., 238 , n. 2 . ( 18 ) Cfr. para su biografía Anguiano, ms. c., f. 126 .— Id. Paraíso en el de­ sierto, o. c., pp. 194 - 203 .— P. T e r u e l, ms. c., pp. 86 - 87 . ( 18 a) Carta del P. Buenaventura de Sorrento, Capuchino (Génova, 21 de abril de 1650 ), a los misioneros que se hallaban en Cádiz preparados para marchar al Congo (Simancas— Estado. Leg. 2 . 670 ).

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