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LA PROVINCIA DF. FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA sonal ( n ) y corrió a cuenta y riesgo de las Provincias de Valencia y Aragón (12). Los misioneros partieron para el Darién el 17 de octubre de 1647 (13), y días antes salía para el Congo la tercera expedición* com­ puesta de catore religiosos, italianos unos y españoles otros, entre ellos dos castellanos, los PP. José de Pernambuco y Francisco de Veas (14). 4. Justamente, mientras se tramitaban esas expediciones de mi­ sioneros, llegaba a la Provincia otra grata noticia: se pedía insistente­ mente la fundación de un convento en la Ciudad de los Reyes del Perú, Lima. Ciertamente es éste un hecho digno de consignarse, más bien que por los resultados obtenidos, por lo que en sí significaba. El 4 de septiembre de 1647 D. Gabriel de Ocaña y Alarcón es­ cribía en nombre del Consejo al P. Provincial de Castilla, diciéndole cómo el Hno. Diego de las Casas «mayordomo de la iglesia y capilla de nuestra Señora del Socorro, fundada en la Ciudad de los Reyes de las Provincias del Perú, ha representado en el Consejo de Indias, que la dicha iglesia y capilla se ha fabricado en sitio cómodo y capaz, con devoción y aplauso general de todos los vecinos y moradores de aquella ciudad, los cuales de conformidad han instado y procurado pasen a aquellas partes para el servicio de la dicha iglesia y culto divino los religiosos necesarios de la Orden de Capuchinos, por ser tan ejemplar y de tanta edificación como será notorio, y suplica a S. M. se sirva de dar licencia para que los dichos religiosos pasen aS Perú en los primeros galeones o flota que se despachare a hacer la dicha fundación» (15). Para ello se pide el parecer del P. Provincial, a fin de que exponga las ventajas o inconvenientes, como así lo hace efectivamente el P. Leandro de Murcia en un largo memorial (Sego- via, 7 de septiembre de 1647) diciendo que en ello se veía bien ma­ nifiesta la voluntad de Dios, ya que sin solicitarlo lo habían pedido por unanimidad el Virrey, Arzobispo, Cabildo y Audiencia, como asi­ mismo los vecinos de la ciudad. Con ello se conseguiría también la reforma de muchos eclesiásticos y religiosos de aquellas Provincias «que, valiéndose de la doctrina de los indios, han tratado sólo de ad­ quirir dinero con poca edificación de sus almas y de los seglares». ( n ) Hildebrand, O. F. M. Cap., Le Martyr Georges de Geel et les débuts de la Mission chi Congo ( 1645 - 1652 ), Anvers, . 1940 , p. 115 . ( 12 ) Cesinale, o. c., III, p. 580 , nota 1 . Archivo de Propaganda Fide, Acta 8 junii 1648 , f. 86 . ( 13 ) Onrta del P. Antonio de Oviedo (Puertovelo, 27 de diciembre de 1647 ) (B. N., Ms. 3 . 818 , ff. 20 - 21 ). ( 14 ) Cfr. nuestro artículo Los Capuchinos españoles en el Conso y sus tra­ bajos en pro de la formación del clero indígena, en España Misionera II ( 1945 ), p. 183 ss.—Carta del P. José de Pernambuco (Banza de Soño, 25 de marzo de 1648 ) (B. N., Ms. 3 . 818 , ff. 34 - 36 ). ( 15 ) Carta original en APC, 35 / 00020 .

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