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LA PROVINCIA DE FF. MM. CAPUCHINOS DE CASTILLA un San Félix, de Francisco Camilo; el grandioso cuadro del altar ma­ yor, de Francisco Ricci, que lo pintó en 1650, y «en las paredes del presbiterio, en las del coro y nave de la iglesia hay varios cuadritos del citado Alonso del Arco, y en el antepecho del coro está colocada una imagen de Nuestra Señora, de medio cuerpo, obra de Sassoferra- *0» (13). Dicha imagen había sido regalada por Felipe III, quien asi­ mismo donó un Descendimiento, de Vicente Carducho, pintura de mucha estimación; también el cuadro, de autor desconocido, quizás de escuela italiana, de la Virgen rodeada de ángeles que le hacen música, el cual sirvió de retablo al altar mayor de la iglesia del segundo con­ vento, y creemos que de aquella misma época debe ser también el de San José, de parecido motivo. A esos añadiremos el de San Jerónimo, atribuido a Ribera, y el del Angel Custodio, también de mérito. Nada decimos sobre la devoción que se tuvo ya desde aquellos primeros ?ños al Smo. Cristo; sería necesario dedicarle varios capítulos, aunque no quisiéramos sino indicar someramente la devoción que siem­ pre le han profesado los Reyes y familia real. Para fomentar esa devo­ ción, y en vista de las dificultades que ofrecían el paso del Manzanares y la subida al convento, Carlos II mandó hacer un puente sobre el río y que se allanase y empedrase la calzada de subida, y asimismo se plantasen a uno y otro lado dos filas de árboles (14). Tan ameno y deleitoso resultaba ya en el último tercio del si­ glo XVII El Pardo, que un escritor de 167$, el P. Basilio de Zamora, Capuchino y morador que fué de dicho convento, nos testifica que era sitio de recreo para los Reyes y también para otras muchas personas que allí acudían en coches, carros y caballos, sobre todo en primavera y en verano, no sólo por distraerse, sino también por venerar la imagen del Smo. Cristo, llegando días en que no bajaban de doscientos los carros que allí se reunían, pasando por un puente «que la historia da el nombre de «puente de los Capuchinos» y que creo es la más pulida, fuerte y hermosa en su tamaño del orbe; es no grande de solos tres arcos; toda ella de piedra, muy bien labrada a lo moderno con muchos cubos a trechos; así ellos como la puente, todos coronados de bandas muy bien torneadas de hierro, dadas de verde; sobre varias pilastras, ya en los cubos y ya entre las barandas de la puente, hay treinta esta­ tuas de diferentes animales, los más son de mármol, y caudalosas fuentes que a todas horas y de continuo arrojan por sus bocas copiosos caños de agua sobre las cristalinas del río, con cuyo quebranto y golpe causan un agradable rumor de que se llenan aquellos montes y valles» (15). ( 13 ) P onz , Viaje por España, t. VI, 2 .“ ed., Madrid, 1782 , pp. 160 - 161 . (14) A nguiano , o. c., p. 95. ( 15 ) Cosmographia o descripción del mundo, por el R. P. Fr. Basilio c e Za­ mora, Religioso Capuchino, Maestro jubilado en santa Theología, etc. Ms., pp. 315 - 317 (Biblioteca Provincial de Toledo. Colección de MSS. Borbón-Lorenzana, Ms. 244 ).

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