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figuras alegóricas de virtudes y vicios, resultando una composición ca­ prichosa pero de agradable efecto, con buen colorido y correcto di­ bujo (2). A sus expensas se hizo también el bellísimo Sagrario para el altar mayor, obra del Hno. Lego Fr. Diego de Madrid, de relevante méri- ro (3)5 Y que debía resultar un tanto precioso, puesto que más tarde se mandó por los Superiores de la Provincia «se modere y proporcione a nuestro humilde estado, quitando en todo caso lo superfluo» (4). La iglesia se terminó en 1633, trasladándose a ella el Santísimo con extraordinaria solemnidad; al decir del cronista, resultaba esbelta en extremo y una de las mejores de la Provincia (5). Para completar la obra del convento, y a fin de que los religiosos pudiesen vivir en él menos incómodamente, se trajo el agua para la huerta, por no ser suficiente la que había, por medio de una cañería costosa. «Todo él—nos dice el P. Monzón, que allí estuvo viviendo— es un recreo; sus alamedas, río, espaciosa huerta, sabrosos frutales, sa­ ludables fuentes, hermoso templo, pinturas excelentes, galerías, jardi­ nes, enfermería, botica, tan socorrida, limpia y asistida de religiosos de caridad y suficiencia, hacen un todo que no tiene par ni en lo restante de la Religión se halla cosa igual a ella» (ó). No obstante tan ponderativas palabras, hemos de decir, por lo que a la iglesia se refiere, puesto que aún se conserva tal y como la hicieron los Capuchinos, que no rebasa las reducidas proporciones de una regular capilla, pues viene a tener de largo unos 15 metros, por 7 de ancho y 12 de alto. Por lo demás, y sin embargo de tanta belleza pintada por el cro­ nista, después de haber estado allí los religiosos nada menos que cua­ renta años justos, desde 1611 hasta 1651, les fué forzoso abandonar aquel convento. Las razones fueron la mucha distancia de la ciudad de Toledo, unos dos kilómetros largos, y sobre todo la insalubridad; los religiosos enfermaban con harta frecuencia y también morían fácil­ mente. Por eso les fué necesario buscar otro sitio «donde estuviesen libres de las moscas del Tajo» (7), como más adelante diremos. La iglesia, coro, sacristía, capillas, retablo y Sagrario fueron cedidos por ios Superiores a los sucesores de Bartolomé Gisbert el 7 de noviembre- de 1662 (8). El convento fué convertido en casas particulares y la REFORMAS Y FUNDACIONES FRUSTRADAS EN ESTA ÉPOCA 157 (2 ) A. P onz , Viaje por España, t. I, 3.a cd., Madrid, 1787, p. 224. (3) M onzón , ms. c., f. 18. (4) Decreto del P. Visitador, Pedro de Caller, y de los Superiores de la Pro­ vincia (16 de mayo de 1634) (APC, 25/00095). (5) M onzón , ms. c., f. 18. (6) Ibid., f. 19 . ( 7 ) Ibid. (8) Escritura de entrega del convento del Angel a D. Francisco Herrera (Ma­ drid, 7 de noviembre de 1662) (APC, 25/00117).

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