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FUNDACIONES EN ESTOS ANOS 151 de que el Duque trabajó ante el Consejo y ante el Arzobispo para que se quitase a los Capuchinos la fundación. Fué necesario ir a pleito, que se falló en contra del Duque, el que, por otra parte, reconocido, volvió luego sobre sus pasos (67). Pasada esa tempestad, se ajustaron entre los religiosos y el de Híjar las condiciones de! patronato (9 de septiembre de 1642), que no fueron otras que las comunes y ordinarias, reservándose los religiosos el dere­ cho de poder disponer de las capillas laterales de la iglesia y dárselas a algún bienhechor; pero no podían cambiar el convento de lugar, a no ser «por causa de ser dañoso a la salud o de no poderse allí guardar la Regla o las leyes permanentes de la Religión» (68). Obtenidos asimismo la provisión real y el permiso del Arzobispo de Toledo (69), no pudiendo esperar nada del Duque y teniendo por otra p «te en cuenta «las incomodidades que al presente en la habitación se padecen», el P. Provincial, Alejandro de Valencia, quiso dar un paso decisivo, y, puesta su confianza en Dios, se resolvió a poner la primera piedra el día de San José de 1644. A pesar de todo, D. Rodrigo Sar­ miento Villaldrando de la Cerda, Conde de Salinas y primer Duque de Híjar, quedaba como patrono (70). Sin embargo, los vecinos se decidieron a ayudar con sus limosnas, comprometiéndose a dar anualmente doce mil maravedises para la fá­ brica y otros doce mil para sostenimiento de los religiosos, los cuales debían en cambio predicar todos los sermones de tabla que tenía la villa. Además: las mismas autoridades se comprometieron a pedir varias veces al año limosnas extraordinarias para los religiosos (71). No obstante esa buena voluntad de los vecinos y su cooperación en las obras, la fábrica se realizó muy despacio, hasta el punto de que aun en 1695 no se habían hecho ni la bóveda para los enterramientos de los religiosos ni tampoco la enfermería (72). « La iglesia tenía por titular el Corpus Christi. En el retablo del altar mayor existía un gran cuadro que representaba la Eucaristía en riquí­ sima custodia, y postrados, en actitud de profunda adoración, apare­ cían San Buenaventura, Santo Tomás y varios Capuchinos. Además: en el cuerpo de la iglesia y separados por arcos que for­ maban las distintas capillas, existían en el lado derecho tres altares, ( 67 ) M onzón , ibid. ( 68 ) Escritura del Patronato (Archivo Prov. de Capuchinos de Castilla, 25 / 0005 ), donde se halla asimismo otra escritura de 21 de octubre de 1658 . ( 69 ) Cfr. Lista de los papeles del Archivo de Villarrubia (APC, 25 / 00011 ). ( 70 ) Cfr. M onzón , ms. c., f. 49 r, donde se copia lo que se puso en el per­ gamino encerrado en la primera piedra. ( 71 ) Acuerdos del Ayuntamiento de Villarrubia a favor del convento (4 y 6 de julio de 1638 ) (APC, 25 / 0008 ). ( 72 ) Cfr. testamento de Juana Gómez de Almo, que deja 800 ducados con ese fin (APC. 25 / 00014 ).

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